La introducción temprana de los huevos, el maní y el resto de los alérgenos potenciales más comunes, así como servirlos con regularidad puede ayudar a prevenir el desarrollo de las alergias alimentarias. Nuestros profesionales pediátricos certificados explican por qué y cómo introducir los alérgenos comunes a la dieta de tu bebé de forma segura tan pronto como el/la bebé esté listo/a para comenzar a comer sólidos.
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En el año 2015, un estudio científico innovador demostró que, en bebés con un alto riesgo de alergias, introducir el maní a temprana edad podía reducir el riesgo de desarrollar una alergia al maní por hasta un 81%.
Este estudio histórico llevó a los profesionales médicos a cambiar sus recomendaciones sobre la introducción del maní y a extrapolar sus hallazgos a otros alérgenos alimentarios. Como tal, los alergólogos y las instituciones médicas ahora recomiendan introducir la mayoría de los alérgenos alimentarios comunes antes del primer cumpleaños del/a bebé.
En los Estados Unidos, las alergias alimentarias en los niños aumentaron un 50% entre el año 1997 y el año 2011. Durante este mismo tiempo, la prevalencia de alergias al maní y a las nueces de árbol se triplicó. Curiosamente, esto pasó al mismo tiempo en el que se empezó a recomendar que los p/madres se abstuvieran de introducir el maní y otros alérgenos hasta después de que los bebés cumplieran un año. Nuestra esperanza es que, con las nuevas recomendaciones de introducción temprana, el número de bebés y niños con alergias empiece a disminuir.
Hoy en día, al menos en los Estados Unidos, uno de cada 13 niños tiene una alergia alimentaria, siendo la leche de vaca y el huevo de gallina las alergias más comunes en los bebés. De los niños con alergias alimentarias, el 40% son alérgicos a más de un alimento.
Aunque es posible ser alérgico a cualquier alimento, a continuación, enumeramos los alérgenos más comunes.
Huevo de gallina
Pescado
Mariscos
Soya
Nueces/frutos secos
Existen dos factores de riesgo que pueden significa que un/a bebé tiene un mayor riesgo de desarrollar una alergia alimentaria:
Alto riesgo. Eczema o dermatitis atópica severa. El eczema es una erupción infantil común, causada por un defecto en la barrera cutánea de la piel. Tiende a presentarse como parches secos e inflamados, que producen comezón extrema en la piel. Se cree que el eczema aumenta las posibilidades de que un/a bebé desarrolle una alergia alimentaria por medio de la exposición a través de la barrera cutánea dañada. El eczema severo, en particular, es comúnmente considerado un factor de riesgo importante relacionado con el desarrollo de las alergias alimentarias. Aunque no existe una definición internacional formalizada para definir qué es lo que se considera un eczema grave, la mayoría de los médicos consideran que el eczema es grave si la aflicción cubre un gran porcentaje del cuerpo o si persiste durante un período de tiempo prolongado, a pesar de la aplicación regular de cremas hidratantes y medicamentos tópicos antiinflamatorios. Nota: El eczema leve o moderado está asociado con un pequeño aumento en el riesgo de desarrollar alergias alimentarias.1 Dicho esto, la mayoría de los profesionales médicos coinciden en que un eczema bien controlado de menor gravedad no justifica realizar pruebas de alergias ni precauciones especiales antes de introducir los alérgenos alimentarios en casa. Los bebés con eczema de cualquier severidad pueden reducir el riesgo de alergia al maní introduciendo el maní a la dieta a partir de los 4 meses de edad.
Riesgo moderado. Alergias alimentarias preexistentes. Los bebés con una alergia a un alimento mediada por anticuerpos pueden tener un riesgo aumentado de desarrollar alergias a otros alimentos. Por ejemplo, se sabe que los bebés con alergias existentes al huevo o a la leche de vaca tienen un mayor riesgo de desarrollar alergia al maní/cacahuate. Nota: No existe suficiente evidencia para confirmar que una alergia existente a un alérgeno alimentario común (como el pescado, el sésamo, los mariscos, la soya, los frutos secos, o el trigo) esté asociada con un mayor riesgo de desarrollar otras alergias alimentarias. Sin embargo, los alergólogos a menudo optan por un enfoque proactivo y recomiendan introducir estos alérgenos temprano y continuar ofreciéndolos con regularidad una vez que se haya descartado una alergia,
Si el/la bebé presenta cualquiera de los factores de riesgo descritos anteriormente, es importante que trabajes de cerca con tu pediatra, médico/a familiar o alergólogo/a pediatra desde el principio de la alimentación complementaria. Ellos pueden ayudarte a formar un plan individualizado para la introducción de los alérgenos, pedir exámenes de alergias, o supervisar la introducción de los alérgenos bajo supervisión clínica. De otra forma, intenta introducir los alérgenos alimentarios más comunes una vez que el/la bebé esté listo/a para comenzar los sólidos e intenta ofrecerlos con regularidad durante las comidas.
No existe evidencia fuerte de que los hermanos menores de un/a niño/a con alergia al maní, por ejemplo, tenga un riesgo considerablemente mayor de desarrollar una alergia al maní.Los especialistas en las alergias ahora recomiendan que los hermanos de niños con alergias alimentarias y los hijos de padres con alergias alimentarias pueden introducir los alérgenos alimentarios comunes a la dieta en casa sin ninguna evaluación previa por parte de un/a alergólogo/a si no corren un mayor riesgo debido a un eczema grave u otra alergia alimentaria preexistente.
De hecho, los estudios científicos sugieren que, para los hermanos menores de niños con alergias alimentarias, el retrasar la introducción de alérgenos alimentarios puede aumentar el riesgo de desarrollar una alergia alimentaria. En otras palabras, el riesgo asociado con una introducción retrasada es mayor que el riesgo planteado por los antecedentes familiares. Sin embargo, si los antecedentes familiares te causan mucha ansiedad, puedes preguntar si es posible hacer la introducción bajo supervisión médica en la clínica, mejor conocido como un desafío alimentario oral.
El introducir los alérgenos alimentarios comunes no tiene por qué ser aterrador. Puedes comenzar con una porción muy, muy pequeña del alérgeno para minimizar cualquier reacción posible, e ir aumentando el tamaño de las porciones gradualmente. Para una guía paso-a-paso para este proceso, descarga la App Solid Starts.
Consejos para la introducción de alérgenos alimentarios a los bebés:
Empieza poco a poco. Cuanto menor sea la cantidad ingerida, menos grave será una posible reacción alérgica. Así que comienza ofreciendo porciones pequeñas. Por ejemplo, mezcla 1/8 de cdta de harina de almendras con una papilla o sumerge la punta del dedo en una mantequilla de maní suave (sin miel) que haya sido diluida con agua, leche materna o fórmula, y luego dale una probadita al/a bebé. Si no hay una reacción, aumenta gradualmente la cantidad con cada exposición subsecuente. Puedes ir aumentando tan pronto como 10 minutos después de la primera probadita, o puedes ir aumentando la cantidad de manera más conservadora durante los próximos días. Una vez que se haya descartado una alergia, intenta continuar ofreciendo el alimento al menos una vez (lo ideal es 2 o 3 veces) por semana, para ayudar a prevenir el desarrollo de una alergia alimentaria.
Ofrece los alérgenos alimentarios temprano en el día. Escoge un día en el que tú o una persona de confianza puedan observar de cerca al/a bebé y háganlo un poco después de que se despierte el/la bebé o inmediatamente después de una siesta matutina. De esta manera, en el improbable caso de que haya una reacción, puede resultar más fácil ponerte en contacto con tu médico para obtener orientación. La mayoría de las reacciones suceden en cuestión de minutos (puede ser hasta dos horas) después de comer, por lo que es mejor introducir los alérgenos cuando al menos un adulto pueda tener toda su atención (sin distracciones de otros niños o actividades) en el/la bebé durante al menos dos horas.
Introduce un alérgeno a la vez. De esta forma, si hay una reacción, sabrás cuál fue el alimento responsable. Esto no significa que tengas que parar de introducir otros alimentos nuevos durante la introducción de alérgenos. Está bien ofrecer varios alimentos nuevos cada semana, siempre y cuando no introduzcas varios alérgenos alimentarios comunes al mismo tiempo. Solo ten en cuenta que no todos los bebés con alergias alimentarias tienen una reacción en la primera exposición. Por eso es importante comenzar ofreciendo pequeñas cantidades de un alérgeno hasta descartar una alergia. Unos pocos días ofreciendo cantidades pequeñas pero cada vez mayores de un alérgeno suelen ser suficientes para establecer que un alimento se tolera bien.
Exposición constante. Una vez que se introduce un alérgeno de forma segura a la dieta, es importante mantener ese alimento en rotación regular durante las comidas. La constancia es muy importante: los alergólogos suelen recomendar servir los alérgenos alimentarios al menos una vez a la semana, e idealmente de 2 a 3 veces a la semana si es posible. Intenta no estresarte si no puedes hacerlo a este ritmo o si el/la bebé no consume la porción entera cuando los sirvas. Incluso comer pequeñas cantidades (~2 gramos de un alérgeno alimentario por semana) puede ayudar a prevenir el desarrollo de una alergia, siempre y cuando se ofrezca de forma constante.
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No hay evidencia que respalde que es necesario esperar de 3 a 5 días entre la introducción de cada nuevo alimento, de hecho este método puede limitar significativamente la introducción oportuna de diferentes sabores y texturas y aumentar potencialmente el riesgo de alergias alimentarias en el futuro. En general, los beneficios de introducir una variedad de alimentos temprano superan los riesgos de una posible reacción o sensibilidad.
Sin embargo, cuando se trata de los alérgenos comunes, es aconsejable introducirlos en los días en los que no se está introduciendo otro alérgeno alimentario común. De esta forma, puedes identificar el alimento responsable si ocurre una reacción.
Las alergias mediadas por IgE producen síntomas muy rápidamente después de la ingestión de un alérgeno alimentario, a menudo en cuestión de minutos.
Las alergias mediadas por IgE se diagnostican al confirmar un historial clínico de reactividad a algún alérgeno con un análisis de sangre positivo y/o una prueba de punción cutánea en un consultorio. Muchas alergias alimentarias mediadas por IgE se superan durante la primera infancia.
Las alergias alimentarias no mediadas por IgE son hipersensibilidades inmunes, las cuales no implican la producción de anticuerpos IgE. En su lugar, se activan otras partes del sistema inmunológico, como los glóbulos blancos. Los síntomas regularmente tardan más tiempo para aparecer que en las alergias mediadas por IgE (desde unas horas hasta unos días después de la ingesta) y se presentan de varias formas, desde erupciones cutáneas hasta síntomas gastrointestinales.
No existen pruebas estandarizadas disponibles para diagnosticar las alergias alimentarias no mediadas por IgE, por lo que el diagnóstico se basa el historial clínico. El tratamiento recomendado usualmente es evitar el alérgeno y seguir evaluando regularmente para así determinar si la alergia se ha superado. La epinefrina y los antialérgicos no ayudan con los síntomas de las alergias alimentarias no mediadas por IgE. Sin embargo, en ciertos casos, se pueden usar medicamentos antieméticos, esteroides, y productos biológicos para contrarrestar los síntomas que pueden ser incómodos y la respuesta inflamatoria.
El síndrome de enterocolitis inducida por proteínas alimentarias (SEIPA) es una alergia alimentaria no mediada por IgE que está ganando reconocimiento y puede ser grave y potencialmente mortal. A diferencia de la mayoría de las reacciones alérgicas alimentarias, las cuales ocurren a los pocos minutos del contacto con un desencadenante alimentario específico, las reacciones alérgicas relacionadas con el SEIPA ocurren a las pocas horas de consumir un alimento en particular. Por esta razón, el SEIPA a veces se conoce como una alergia alimentaria retardada.
Los alimentos detonantes del SEIPA más comunes incluyen:
La presentación clásica del SEIPA es un bebé que recientemente cambió de leche materna a fórmula o comenzó a comer sólidos y comenzó a vomitar 1-4 horas después de la ingestión de un alimento específico y a experimentar diarrea 5-10 horas después. El SEIPA es muy raro en los bebés exclusivamente alimentados con leche materna.
Otros síntomas pueden incluir presión arterial baja, temperatura corporal baja, palidez extrema, vómitos repetitivos y deshidratación significativa. Afortunadamente, la mayoría de los casos de SEIPA se resuelven por completo durante la primera infancia. 1 Los bebés con SEIPA deben estar bajo el cuidado de un/a alergólogo/inmunólogo/a y se benefician de un equipo multidisciplinario que también incluya a su pediatra general o médico de familia, un/a gastroenterólogo/a pediatra y un/a dietista.
Consulta a tu médico antes de intentar volver a introducir cualquier alimento que haya desencadenado una reacción alérgica en tu hijo/a. Si el/la bebé ha experimentado una reacción alérgica a un alimento, no vuelvas a ofrecerlo hasta que puedan elaborar un plan con profesionales autorizados, idealmente un/a alergólogo/a pediatra. Las reacciones alérgicas pueden ser impredecibles y aun si un/a niño/a experimentó una reacción leve al principio puede experimentar una reacción más grave más adelante. El equipo médico puede ayudarte a determinar la mejor manera de proceder y es posible que recomienden re-introducir el alimento bajo supervisión médica. De esta manera, el/la bebé está siendo monitoreado/a y se le puede tratar de inmediato si se produce una reacción alérgica.
Los alimentos ácidos suelen provocar una erupción cutánea inofensiva cuando la piel entra en contacto con sus jugos. Estos alimentos pueden incluir, entre otros:
Las erupciones por contacto, que generalmente aparecen alrededor de la boca y la barbilla, usualmente se disipan una vez que la piel se haya limpiado suavemente (con palmaditas con un paño húmedo, sin frotar, lo que puede empeorar la irritación).
Para ayudar a proteger la piel de las erupciones por contacto, puedes aplicar un ungüento de barrera en la cara antes de las comidas, como la vaselina pura o un emoliente de combinación de aceite y cera a base de plantas.
Afortunadamente, las alergias y el síndrome de alergia oral no se transmiten a los bebés a través de la leche materna. Cualquier preocupación en torno a posibles alergias alimentarias no debe desalentar a las madres de ofrecer leche materna, especialmente porque la leche materna ofrece una variedad de beneficios nutricionales y beneficios inmunológicos para los bebés. No se ha demostrado que evitar los alérgenos alimentarios comunes, ya sea durante el embarazo o durante la lactancia, previene las alergias alimentarias.
Esperamos que saber que es muy poco probable que tengas una reacción alérgica grave simplemente por estar cerca de un alérgeno o incluso por manipularlo te ayude a sentirte tranquilo/a. La mayoría de los pacientes con alergias alimentarias tienen reacciones sólo después ingerir los alérgenos. Dicho esto, sí hay pasos que puedes tomar para minimizar el riesgo de una reacción.
Al preparar la comida, evita el contacto prolongado de la piel con el alérgeno. Si no puedes lavarte las manos inmediatamente después de preparar el alimento, usa guantes.
Si tienes alfombra o tapete, asegúrate de colocar la silla alta/trona del/a bebé sobre una manta o mueve la silla a una superficie sin alfombra o, incluso, considera alimentar al/a bebé afuera. Este es también un buen momento para usar manteles individuales, platos y utensilios desechables (si así lo deseas).
Al introducir el alérgeno, ofrécelo al comienzo de la comida e inmediatamente después, ofrece otro alimento al que ni tú, ni el/la bebé, sean alérgicos. Esto reducirá el contenido de alérgenos en la saliva del bebé.
Después de la comida, límpiate bien las manos y la cara del/a bebé, limpia la superficie en la que se comió y la silla, y quítale la ropa al/a bebé para así poder lavarla.
Por último, trata de mantener la calma, incluso si al principio estás nervioso/a; los bebés son muy receptivos a la ansiedad de los adultos que los rodean. Con la práctica, ofrecerle el alérgeno a tu bebé se volverá algo más fácil y rutinario. Si te causa mucha ansiedad, esta es una excelente oportunidad para que tu pareja, otro cuidador, pariente o amigo, que no sea alérgico a ese alimento, pase tiempo de calidad con el/la bebé.
Depende. El yogur y el queso contienen las mismas proteínas alergénicas que la leche de vaca y pueden desencadenar reacciones alérgicas en bebés sensibles. Sin embargo, si el/la bebé no está altamente sensibilizado a la caseína (una proteína en la leche que es estable en el calor), es posible que el/la bebé sí pueda tolerar la leche de vaca en alimentos horneados, como en un panecillo o muffin. Algunos bebés también pueden tolerar ciertas formas de leche de vaca expuesta a menos calor, como en waffles o panqueques. Sin embargo, esto debe discutirse con el/la profesional de la salud antes de intentarlo en el hogar.
Debido a las altas tasas de reactividad cruzada, no es recomendable ofrecer productos lácteos de búfalo, oveja o cabra a los bebés con APLV.
Si el/la bebé tiene una alergia a la leche de vaca no mediada por IgE y requiere de una fórmula infantil especial, es posible que tu doctor recomiende omitir la fórmula de soya por completo y, en su lugar, usar una fórmula extensamente hidrolizada, ya que los bebés con este tipo de alergia también tienden a reaccionar a la soya.
Las investigaciones nos muestran que la mayoría de los niños con alergia a la leche de vaca la superaran para los 6 años, y muchos bebés con síntomas más leves de alergia a la proteína de la leche, que pueden aparecer como sangre indolora en las heces, pueden reintroducir la leche de vaca, con la guía de sus médicos, después del primer cumpleaños.
Las opciones más seguras son:
Leche materna de una persona que evite los lácteos y la soya en su dieta (aunque muchos bebés con alergia a la leche de vaca se adaptan perfectamente a la leche materna de una persona que consume productos lácteos)
Una fórmula hipoalergénica recomendada por su profesional de la salud
La fórmula infantil sin lactosa y la leche de vaca sin lactosa no son adecuadas para un/a bebé con alergia a la leche de vaca. En la alergia a la leche, las proteínas del suero y la caseína desencadenan la reacción alérgica, y la leche sin lactosa aún contiene estas proteínas alergénicas.
Para los niños pequeños, la leche de avena fortificada y la leche de proteína de guisante también son sustitutos aceptables como bebidas. Nota: En comparación con la leche de vaca, la leche de proteína de guisante tiende a tener menos calorías, y la leche de avena suele tener menos proteínas. Si deseas una fuente de leche de mamíferos para un/a niño/a, la leche de yegua y la leche de camello tienen tasas relativamente bajas de reactividad cruzada con la leche de vaca. Asegúrate de discutirlo con tu profesional de atención médica pediátrica, dietista o nutricionista para recibir ayuda para identificar el mejor sustituto para las necesidades de tu hijo/a.
No, no es necesario (ni rentable) depender de polvos o productos alimenticios procesados medicalizados para introducir los alérgenos alimentarios o mantenerlos en la dieta a largo plazo. Se puede introducir un alérgeno alimentario si se prepara de forma segura y de acuerdo a la edad y las habilidades del desarrollo del/a bebé. Puedes buscar cualquier alimento en nuestra base de datos First Foods® para ver cómo hacerlo. Sin embargo, los polvos y las bolitas pueden ser de ayuda para la introducción o el mantenimiento de un alérgeno en la dieta cuando se tiene acceso limitado a ciertos alimentos (por ejemplo, durante un viaje) o si el/la bebé tiene una afección médica que interfiere con la introducción de los alimentos sólidos.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han establecido el Codex Alimentarius (Codex), el cual es un conjunto de normas, directrices y códigos de prácticas alimentarias internacionales, diseñado para garantizar la seguridad del suministro mundial de alimentos.
El Codex exige que los siguientes alérgenos comunes se den a conocer y se etiqueten:
Pescado
Crustáceos
Gluten
Soya
Frutos secos/nueces
Sulfitos (en concentraciones de 10 mg/kg o más).
Juntos, estos alimentos son la causa del 90% de las reacciones alérgicas alimentarias en la mayoría de las áreas del mundo. Sin embargo, los alérgenos alimentarios comunes varían dependiendo de cada región y dependen mucho de la genética, la frecuencia del consumo local y la reactividad cruzada con los alérgenos en el aire, entre otros factores.
Las listas de alérgenos alimentarios comunes en varias naciones africanas, incluyendo Egipto, Malawi, Marruecos, y Sudáfrica, reflejan la lista del Codex de la ONU y la OMS.
Algunas investigaciones recientes sugieren que es probable que las alergias alimentarias estén subdiagnosticadas por todo el continente africano.
Los alérgenos alimentarios comunes varían dependiendo del área, y no existe un organismo regulador central que rija el etiquetado de alergias alimentarias para el continente asiático.
Las listas de alérgenos alimentarios comunes en China, Hong Kong, Singapur, Tailandia y Vietnam son similares al Codex de la ONU/OMS.
Los alérgenos alimentarios comunes en Japón y Corea del Sur incluyen los mismos alérgenos descritos en el Codex de la ONU/OMS, así como trigo sarraceno.
Corea del Sur también enumera el pollo, la carne de res, el cerdo, los piñones, el melocotón y el tomate como alérgenos alimentarios comunes.
Si bien los garbanzos no están designados como un alérgeno común que requiere etiquetado, el garbanzo es un alérgeno alimentario emergente importante en la India.
Todos los países que son parte de la Comunidad y Mercado Común del Caribe (también conocida como CARICOM, por sus siglas en inglés), los países del Reglamento Técnico Centroamericano, así como Brasil, Venezuela, Argentina y Chile reconocen los mismos alérgenos comunes que se describen en el Codex de la ONU/OMS.
Brasil también exige el etiquetado de los productos que contienen caucho/látex natural.
La Unión Europea (UE) reconoce 14 alérgenos/intolerancias alimentarias comunes: los cereales que contienen gluten, el huevo, la leche de vaca, la soya, el maní, las nueces de árbol, el pescado, los mariscos, el apio, la mostaza, el sésamo, el altramuz y los sulfitos.
Los países europeos que no pertenecen a la UE, como Islandia, Liechtenstein, Noruega, Macedonia, Suiza, Reino Unido (UK), Bielorrusia, Rusia, Turquía y Ucrania, también siguen estas directrices.
Actualmente, las organizaciones reguladoras de EE. UU. requieren que nueve alérgenos comunes estén etiquetados comercialmente: la leche, los huevos, el maní, las nueces de árbol, el pescado, sésamo, los mariscos, la soya y el trigo.
México y Canadá reconocen y exigen el etiquetado de los alérgenos descritos en el Codex de la ONU/OMS.
Canadá también incluye la mostaza y el sésamo en su lista de alérgenos comunes.
La Organización de los Estados del Golfo (OSG) reconoce los siguientes alérgenos: los cereales que contienen gluten, el huevo, la leche, la soya, el maní, las nueces de árbol, el pescado, los mariscos, el apio, la mostaza, el sésamo, el altramuz y los sulfitos.
Cabe destacar que el sésamo es un alérgeno muy frecuente en esta región, y en Israel, los estudios han identificado el sésamo como el segundo alérgeno alimentario más común en los niños, después de la leche.
Australia y Nueva Zelanda requieren el etiquetado de los alérgenos comunes descritos en el Codex de la ONU/OMS.
Australia y Nueva Zelanda también identifican al altramuz, sésamo, polen de abeja y la jalea real como alérgenos comunes.
Ten en cuenta que muchos alérgenos alimentarios comunes también pueden ser peligros de ahogamiento (por ejemplo, las nueces, las mantequillas de nueces, los mariscos, etc.), así que asegúrate de aprender cómo modificar estos alimentos para que la consistencia sea segura y apropiada según la edad del/a bebé.
Sigue leyendo: Los síntomas de reacciones alérgicas
A. Derma, MS, RD
V. Kalami, MNSP, RD, CSP
R. Ruiz, MD, FAAP. Board-Certified General Pediatrician & Pediatric Gastroenterologist
S. Bajowala, MD, FAAAAI. Board-Certified Allergist & Immunologist
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