Queso de tiras

Es mejor introducir el queso de tiras hasta después del primer cumpleaños del/a bebé ya que conlleva un riesgo extremadamente alto de ahogamiento debido a su consistencia gomosa, su exterior resbaloso y su forma redonda. Asegúrate de modificar el queso antes de servirlo para reducir el riesgo.

En general, los mejores quesos para los(as) bebés menores de 12 meses de edad son los quesos pasteurizados que son naturalmente bajos en sodio, incluyendo el queso emmental, el queso mozzarella fresco, el queso paneer, el queso ricota fresco y el queso suizo.

Una de las formas más populares del queso de tiras es el que viene empaquetado, el cual frecuentemente está hecho de queso cheddar, colby o mozzarella. Estos quesos se producen calentando la leche con un coagulante (ya sea jugo de limón o cuajo), para formar grumos y después drenarlos, prensarlos y formar los tubos o palitos. Puede que hoy en día sean un alimento típico de las loncheras, pero la técnica de convertir leche en queso de tiras elástico ha existido desde antes de que los productos empaquetados adquirieran popularidad, a finales del siglo 20. A veces, este queso viene trenzado (como el queso chechil, en Rusia), otras veces, se envuelve en una bola (como quesillo o queso Oaxaca, en México) o también puede venir en forma de rueda (como el queso tenilii, de Georgia).

No. El queso de tiras no es seguro para los(as) bebés debido a su consistencia gomosa y forma redonda que puede bloquear las vías respiratorias. A pesar de que este queso se puede desmenuzar para obtener tiras más delgadas y así reducir el riesgo de ahogamiento, es mejor esperar hasta después del primer cumpleaños del/a bebé debido a sus altos niveles de sodio.

No. El queso de tiras tiende a ser alto en sodio y el sodio debe limitarse en la dieta de los bebés. Para niños(as) más grandes, depende del producto en específico. El queso de tiras pre-empaquetado puede ser una buena fuente de calcio y proporciona buenas cantidades de nutrientes como la vitamina B12, zinc, proteína y grasas saludables.

Para más información sobre cuanto queso pueden comer los(as) bebés, y otras preguntas frecuentes acerca de los quesos, consulta nuestra página acerca del queso.

Sí. El queso en general es un riesgo de ahogamiento común, y el queso de tiras conlleva un riesgo aún más alto debido a su consistencia gomosa, su exterior resbaloso y su forma redonda. Para minimizar el riesgo, desmenuza el queso en tiras largas y delgadas antes de servirlo. Nunca cortes el queso de tiras en cubos o ruedas ya que esto hace que el riesgo sea aún mayor. Como siempre, asegúrate de crear un entorno de alimentación seguro y mantente al alcance del/a bebé durante las comidas. Para obtener más información sobre ahogamiento, visita nuestra sección sobre arcadas y ahogamiento y familiarízate con la lista de peligros comunes de ahogamiento.

Sí. El queso de tiras frecuentemente esta hecho de leche de vaca y la leche de vaca es conocida como un alérgeno común en los niños(as) pequeños(as), conformando alrededor de un quinto de todas las alergias alimentarias infantiles en los Estados Unidos. Ten en cuenta que los productos lácteos de otros rumiantes como las ovejas, las cabras y los búfalos también pueden provocar la misma reacción alérgica que los lácteos que provienen de la leche de vaca. Si el/la bebé es alérgico a los lácteos, ten en cuenta que esta alergia frecuentemente desaparece con el tiempo. Las investigaciones sugieren que la mayoría de los niños(as) con alergia a la leche de vaca la superarán para los 6 años, y que muchos bebés con síntomas leves de alergia a la proteína de la vaca (lo que puede presentarse como popó con sangre, sin dolor) pueden reintroducir la leche de vaca tan pronto como después del primer cumpleaños, con la guía de sus doctores.

La leche es un detonador conocido del síndrome de enterocolitis inducida por proteínas alimentarias (o SEIPA) también conocido como FPIES, por sus siglas en inglés. El SEIPA es una reacción rara y es una alergia retardada a la proteína de los alimentos que causa vómitos repetitivos y diarrea, los cuales comienzan horas después de la ingesta del alimento que lo detonó. Si no se trata, esta reacción puede resultar en deshidratación severa. Afortunadamente, como la mayoría de las otras formas de alergia a la leche, el SEIPA que se presenta a temprana edad generalmente se supera para cuando el/la niño(a) cumple entre 3 y 5 años de edad. A pesar de que las tasas exactas para el SEIPA no se conocen, se cree que es una reacción poco común (aunque los reportes de la misma se han ido incrementando en los últimos años gracias a que la enfermedad tiene mayor reconocimiento.

Aunque no es una alergia, la intolerancia a la lactosa puede resultar en síntomas gastrointestinales, como dolor abdominal, inflamación y diarrea después de la ingesta de lácteos o productos que contienen lactosa. Para aquellos niños(as) más grandes que son intolerantes a la lactosa (ten en mente que la intolerancia a la lactosa es muy poco común en bebés y niños(as) pequeños(as)), hay buenas noticias: en comparación con la leche y otros productos lácteos, los quesos se toleran mejor por aquellos individuos que son intolerantes a la lactosa, especialmente los quesos añejados que tienen muy poco contenido de lactosa. Toma nota de que si el/la niño(a) es intolerante a la lactosa, es importante encontrar alimentos ricos en calcio para que los consuma de manera regular y asegurarse de que tenga una dieta balanceada para que le dé soporte a la estructura ósea. Busca quesos que naturalmente tengan un contenido bajo de lactosa y lácteos etiquetados como “libre de lactosa”.

Si sospechas que el/la bebé es alérgico a la leche, consulta con un(a) alergólogo(a) antes de introducir productos lácteos como el queso. En base al historial y los factores de riesgo individuales del/a bebé, el/la alergólogo(a) puede recomendar hacer pruebas de alergia o aconsejar la introducción de lácteos bajo supervisión médica en su consultorio. Si el riesgo es bajo, puede aconsejarte que introduzcas los lácteos en casa. Como lo harías al introducir cualquier alimento nuevo, comienza ofreciendo una pequeña cantidad en las primeras porciones. Si no hay reacción adversa, aumenta gradualmente la cantidad durante las próximas comidas.

Guía recomendada: Introducción de alérgenos