Lechuga Iceberg

La lechuga iceberg se puede introducir a la dieta del/a bebé tan pronto como esté listo(a) para comer sólidos, lo cual generalmente es alrededor de los 6 meses de edad. Sin embargo, para bebés más jóvenes, masticar y tragar la lechuga puede ser complicado, por lo que sigue leyendo para obtener sugerencias acerca de cómo prepararla y servirla de acuerdo a la edad del/a niño(a).

La lechuga iceberg fue desarrollada en los Estados Unidos a partir de variedades mediterráneas en el siglo XX. Su nombre recuerda los métodos de conservación antes de la refrigeración; cabezas de lechuga se empaquetaron en hielo en vagones de tren de carga mientras viajaban desde las granjas de California a los mercados de todo el país. La lechuga iceberg ha pasado de moda durante los últimos 100 años, pero sigue siendo un pilar en las mesas y en los menús de los restaurantes por igual. La lechuga iceberg es refrescantemente fresca, con una textura crujiente, una dulzura acuosa y solo un toque de sabor amargo. Esta lechuga es parte de la familia crisphead, variedades cuyas hojas crecen para superponerse entre sí para formar una cabeza redonda y densa que se ve muy diferente de las verduras de hoja suelta como la rúcula, la col rizada y la espinaca.

Sí. La lechuga iceberg proporciona mucha agua y nutrientes importantes para los(as) niños(as) en desarrollo, incluida la vitamina A, el ácido fólico, el potasio, la vitamina K, la fibra, la luteína y la zeaxantina. En conjunto, estos nutrientes apoyan la visión, la salud del corazón, la sangre sana y un sistema digestivo saludable.

La lechuga puede estar contaminada con gérmenes que causan enfermedades transmitidas por los alimentos, como E. coli, Salmonella y Listeria. Lave bien la lechuga con agua corriente fría (no necesita jabón ni vinagre) antes de servirla o cocinarla.

★Consejo: Para obtener el mayor valor, compra una cabeza entera de lechuga, guárdela envuelta sin apretar en una toalla de papel en el cajón para verduras de su refrigerador y no lave las hojas hasta la hora de comer.

No. La lechuga iceberg no es un peligro común de ahogamiento, aunque los pequeños trozos de lechuga conllevan el riesgo de aspiración (cuando la comida o el líquido entran accidentalmente en las vías respiratorias pero no las bloquean). La lechuga también puede ser bastante difícil de manejar para los comensales más jóvenes, lo que provoca arcadas si las hojas se adhieren al paladar o la lengua del/la bebé. Ofrece una bebida en un vaso abierto para ayudar al/a bebé a lavar cualquier trozo de comida. Como siempre, asegúrate de crear un entorno de alimentación seguro y mantente al alcance del/a bebé durante las comidas. Para obtener más información sobre ahogamiento, visita nuestra sección sobre arcadas y ahogamiento y familiarízate con la lista de peligros comunes de ahogamiento.

No. Las alergias a la lechuga son raras, aunque pueden ser graves cuando ocurren. Las personas con alergia a la lechuga también pueden tener alergia de reacción cruzada con las proteínas de otros alimentos (como el melocotón, la cereza, y la zanahoria) y al polen (como el sicomoro, la ambrosía, y la artemisa). Sin embargo, no es típico que las personas con alergia a la lechuga reaccionen a todas estas otras plantas.Las personas con síndrome de alergia oral (también llamado síndrome de alergia alimentaria al polen) y, en particular, aquellas con sensibilidad al polen del árbol de avión, también pueden ser sensibles a la lechuga. El Síndrome de Alergia Oral suele provocar picazón, ardor u hormigueo de corta duración en la boca y es poco probable que dé lugar a una reacción peligrosa. Cocinar la lechuga puede ayudar a minimizar o incluso eliminar la reacción.

Como lo harías al introducir cualquier alimento nuevo, comienza ofreciendo una pequeña cantidad en las primeras porciones. Si no hay reacción adversa, aumenta gradualmente la cantidad durante las próximas comidas.

Sí. La lechuga iceberg es alta en fibra y fluidos, lo que da soporte a la digestión y a los movimientos intestinales. Recuerda que los patrones de evacuación pueden cambiar de manera significativa de niño(a) a niño(a). Asegúrate de hablar con el/la pediatra o proveedor(a) de salud si hay alguna preocupación sobre las evacuaciones del/a bebé o sus funciones digestivas.