El queso, siempre y cuando esté pasteurizado para minimizar el riesgo de enfermedades alimenticias, se puede comenzar a ofrecer tan pronto como el/la bebé esté listo(a) para comer sólidos, lo cual es generalmente alrededor de los 6 meses de edad. A pesar de que el queso puede ser alto en sodio, una probada ocasional está bien como parte de una dieta balanceada.
El queso puede ser de cualquier tipo de leche. Este alimento ancestral, tiene sus orígenes en el área alrededor del mar Mediterráneo en donde el queso se hacía con leche de vaca, cabra y oveja domesticada desde el siglo 7 A.C. Mas al este, en Asía, el queso se hacía tradicionalmente con leche de otros animales como el búfalo de agua y el yak. Los sabores y texturas varían dependiendo del tipo de leche, del tipo de bacteria utilizada para fermentar el queso y del método de preparación.
Sí. La mayoría de los quesos son ricos en proteína, grasa, calcio, selenio, zinc y vitaminas A y B12. En conjunto, estos nutrientes trabajan para proporcionar las bases para el crecimiento, desarrollo y función cerebral. También dan soporte a la densidad de los huesos, a la percepción en el sentido del gusto, visión, energía y sistema inmune. Cuando compres queso, elige queso pasteurizado para reducir el riesgo de enfermedades alimentarias.
El queso contiene algo de sodio lo que da soporte a la hidratación, al movimiento y al balance de electrolitos en el cuerpo. Considera servir quesos altos en sodio como el queso feta o parmesano de manera ocasional ya que las necesidades de sodio del/a bebé es baja. Habiendo dicho esto, la cantidad de alimentos que consume un/a bebé tiende a ser baja cuando se alimentan de manera autorregulada, como resultado, la cantidad de sodio consumida tiende a ser baja. Conoce más sobre el sodio y los bebés en nuestra página preguntas frecuentes sodio y los bebés.
Sí. El queso frecuentemente esta hecho de leche de vaca que está clasificada como un alérgeno prioritario por la Organización Mundial de la Salud. La leche de vaca es especialmente conocida como un alérgeno común en niños pequeños, conformando alrededor de un quinto de todas las alergias alimentarias infantiles. Ten en cuenta que los productos lácteos de otros rumiantes, como las ovejas, cabras y búfalos pueden provocar reacciones alérgicas similares a los productos lácteos de la leche de vaca. Dicho esto, hay buenas noticias: la alergia a la leche suele desaparecer con el tiempo. Los estudios científicos muestran que la mayoría de los niños con alergia a la leche de vaca la superan antes de los 6 años. Además, muchos bebés con síntomas leves de alergia a la proteína de la leche (que a veces aparecen como sangre en las heces, pero sin presencia de dolor) pueden ser reintroducidos a la leche de vaca con éxito a partir del primer cumpleaños, siguiendo la dirección de los/as profesionales pediátricos apropiados. Nota: Los quesos añejos generalmente contienen histaminas, que pueden causar erupciones en los niños sensibles a ellas.
La leche es una causa común del síndrome de enterocolitis inducida por proteínas alimentarias (SEIPA), también conocido como FPIES, por sus siglas en inglés. El SEIPA es una reacción alérgica rara y es una alergia retardada a la proteína de los alimentos que causa vómito repetitivo y diarrea, síntomas que comienzan horas después de la ingesta del alimento que lo detonó. Si no se trata, esta reacción puede ocasionar deshidratación severa. Cuando la leche se incluye en la dieta con regularidad, el SEIPA puede presentarse como reflujo, pérdida de peso y retraso del crecimiento, a esto se le conoce como SEIPA crónico. Los síntomas generalmente mejoran con la eliminación de la leche de la dieta del/a bebé. Afortunadamente, al igual que otras formas de alergia a la leche, la SEIPA que se presenta temprano en la vida generalmente es superada cuando el/la niño/a ha alcanzado los 3-5 años de edad.
La intolerancia a la lactosa, que ocurre cuando el cuerpo tiene dificultades para procesar la lactosa, el azúcar que está presente naturalmente en la leche, a veces puede confundirse con una alergia, ya que puede provocar hinchazón, gases, diarrea, náuseas y otras molestias. Tenemos buenas noticias para aquellas personas con niños mayores que son intolerantes a la lactosa (ten en cuenta que esta condición es poco común en bebés y niños pequeños): en comparación con la leche y otros productos lácteos, las personas con intolerancia a la lactosa pueden tolerar mejor muchos quesos, particularmente los quesos añejos, que tienen menor contenido de lactosa. Asegúrate de comunicarte con un profesional pediátrico adecuado para cualquier pregunta sobre la intolerancia a la lactosa y ten en cuenta que existen muchos productos lácteos sin lactosa disponibles.
Si sospechas que el/la bebé puede ser alérgico/a a los productos lácteos, haz una cita con un/a alergólogo/a antes de introducir la leche. Según los factores de riesgo y el historial de tu bebé, tu alergólogo/a puede recomendar pruebas de alergia o, en su lugar, puede recomendar la introducción de la leche bajo supervisión médica en el consultorio. Si el riesgo es bajo, te puede recomendar que introduzcas la leche en el hogar.
Como lo harías al introducir cualquier alimento potencialmente alergénico, comienza ofreciendo una pequeña cantidad en las primeras porciones. Si no hay reacción adversa, aumenta gradualmente la cantidad durante las próximas comidas. Si ya introdujiste leche y descartaste una alergia, el queso se puede introducir como lo desees sin necesidad de empezar con una pequeña cantidad y aumentar gradualmente con el tiempo.
Sí. El queso puede ser firme y gomoso y se pueden formar bolas de queso en la boca, cualidades que incrementan el peligro de ahogamiento. Para reducir el riesgo, prepara y sirve x de forma apropiada de acuerdo a la edad y las habilidades del/a bebé. Como siempre, para reducir el riesgo, asegúrate de crear un ambiente de alimentación seguro y de mantenerte al alcance del(a) bebé durante las comidas.
Aprende sobre la diferencia entre arcadas y ahogamiento y familiarízate con el protocolo de primeros auxilios en caso de ahogamiento con nuestras guías gratuitas de rescate para bebés y niños pequeños.
No hay límite. Si quieres, puedes ofrecer queso pasteurizado todos los días, intenta no preocuparte por las cantidades exactas que consume el/la bebé. Durante cada comida, el/la bebe puede comer mucho queso o muy poco. Ambos escenarios están bien cuando el queso es parte de una dieta variada.
No hay edad a la que no exista riesgo de comer queso no pasteurizado por lo que es una decisión personal para la que se debe evaluar y calcular el riesgo en el contexto de tu hijo/a. El queso no pasteurizado o crudo representa un riesgo de enfermedades alimentarias especialmente salmonelosis y listeria, que son infecciones bacterianas dañinas para los bebés, niños y adultos por igual, pero con más riesgo de síntomas graves en bebés.
Sí, siempre y cuando sea preparado de acuerdo con la edad para reducir el peligro de ahogamiento y se hayan introducido lo alérgenos comunes en el queso como soya, nueces y trigo. Existen quesos veganos libres de nuez, aceite o soya por lo que hay muchas opciones de donde escoger dependiendo de las necesidades de tu familia.
Cada bebé se desarrolla a su propio ritmo, y las sugerencias que ofrecemos sobre cómo cortar o preparar determinados alimentos son generalizaciones para una amplia audiencia.
Unta una capa delgada de queso pasteurizado como el queso crema, labneh, o queso ricota fresco en pan tostado o en cualquier otro alimento. De manera alternativa, ofrece un poco de estos quesos en un tazón. A esta edad, puedes ofrecer pedazos largos y planos de quesos pasteurizados semi firmes como el queso cheddar o el queso suizo para que el/a bebe lo tome y lo mastique. El queso rallado se puede derretir y poner a una variedad de alimentos pero intenta servir poco ya que los pedazos grandes de queso derretido aumentan el peligro de ahogamiento. A pesar de que los quesos salados como el feta o el parmesano contienen mucho sodio, una probada de vez en cuando como parte de una dieta balanceada esta bien. Evita cubos y pedazos grandes de queso debido al riesgo de ahogamiento y no ofrezcas quesos no pasteurizados o quesos con moho o de corteza enmohecida como el brie o el camambert debido al riesgo de enfermedades alimentarias.
Cuando veas signos de que el/a bebé está desarrollando su pinza fina (cuando el dedo índice y el dedo pulgar se juntan), ofrece pedazos del tamaño de un bocado cortados de rebanadas delgadas de queso semi-firme pasteurizado para que el/la bebé practique recoger la comida o rebanadas delgadas para que las muerda. El queso rayado se puede servir solo o derretido con una variedad de otros alimentos, pero intenta servir poco ya que pedazos grandes de queso derretido aumentan el peligro de ahogamiento. De manera alternativa, continúa sirviendo queso pasteurizado suave como el labneh, mascarpone o queso ricota fresco ya sea en un tazón o unta una capa delgada sobre un pan tostado o cualquier otro alimento. Evita cubos y pedazos grandes de queso debido al riesgo de ahogamiento y no ofrezcas quesos no pasteurizados o quesos con moho o de corteza enmohecida como el brie o el camambert debido al riesgo de enfermedades alimentarias.
Ofrece quesos suaves, quesos semi firmes derretidos o en rodajas finas, o quesos duros derretidos, desmenuzados o rallados de diversas formas: sobre pan, huevos, verduras o doblados en platos de cereales o frijoles. A esta edad, también puedes servir queso derretido en una capa delgada encima de otros alimentos (como un sándwich abierto, un pan tostado o una tortilla), pero continúa retirando cualquier pegote grande de queso derretido. Asegúrate de que el/la niño/a esté en un entorno seguro para comer y nunca le sirva queso mientras viaja en un cochecito, en un asiento de seguridad o cuando su niño esté corriendo. Continúe evitando los cubos de queso, así como los quesos crudos o no pasteurizados.
Revisa nuestra guía 75 comidas para bebés & niños para ideas fáciles y nutritivas para incluir en tu semana.
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