Sugerencia de edades
12 meses
Alto contenido de hierro
No
Alérgeno común
Sí
En comparación con la leche materna o la fórmula, la leche de vaca no proporciona todos los nutrientes que los bebés necesitan para desarrollarse, y es posible que el sistema digestivo de los bebés no tolere bien la proteína de la leche de vaca en grandes cantidades. Por estas razones, evita servir leche de vaca como bebida hasta después del primer cumpleaños del bebé. Sin embargo, está bien incorporar pequeñas cantidades de leche de vaca como un ingrediente en alimentos sólidos (como en la avena).
La leche de vaca (u otras leches de animales con pezuñas llamados rumiantes) se puede introducir en pequeñas cantidades como un ingrediente en los alimentos (como los cereales calientes preparados con leche) a partir de los 6 meses de edad. Pero para ofrecer la leche como bebida es mejor esperar hasta los 12 meses de edad. Para obtener información detallada sobre las alternativas a la leche, consulta nuestras preguntas frecuentes sobre la leche.
Hay miles de especies de mamíferos en nuestro planeta, y todos producen leche para alimentar a sus crías. Solo unas pocas de estas especies se han domesticado para utilizar su leche como parte regular de la dieta humana, la vaca siendo la más común de estas. El consumo humano de leche de vaca es una práctica antigua, pero recientemente la industrialización ha afectado a la producción de productos lácteos tanto de manera positiva—haciendo que la leche esté más ampliamente disponible y sea más barata—como de manera negativa, en la diversidad y estilo de vida de las vacas lecheras, las cuales comúnmente se mantienen más confinadas de lo que estuvieron sus antepasados.
Sí, cuando se sirve como parte de una comida. Sin embargo, nunca sirvas leche de vaca como bebida a bebés menores de 11 o 12 meses de edad ya que la leche podría desplazar la nutrición esencial de la leche materna o la fórmula—poniendo al/a bebé en un mayor riesgo de anemia por deficiencia de hierro—y puede ser una carga al sistema digestivo del/a bebé, lo cual también puede contribuir a la anemia.
Además de ser una excelente fuente de proteína para apoyar el crecimiento y los músculos, y de grasa para alimentar el cerebro, la leche proporciona una gran cantidad de vitaminas y minerales. Contiene una gran cantidad de vitamina D (cuando está fortificada) y calcio para huesos fuertes, colina para la salud del cerebro y vitamina A para nutrir la visión y el sistema inmunológico. Contiene la mayoría de las vitaminas B, particularmente cantidades significativas de vitaminas B6 y B12, las cuales ayudan a mantener el sistema nervioso y un metabolismo saludable. La leche también proporciona cantidades significativas de zinc, además de selenio, fósforo y potasio y, en algunos casos, yodo.
Esta página se centra en la leche de vaca, pero las cabras, ovejas, búfalos, yaks y camellas también producen leche que los humanos suelen consumir. Al igual que la leche de vaca, el contenido nutricional y la calidad de la leche de estos animales puede variar con su dieta y crianza. En general, la leche de estos animales es nutricionalmente densa con similitudes a la leche de vaca y, por supuesto, algunas diferencias. Por ejemplo, las leches de cabra, oveja y búfalo son más altas en calorías, grasas, proteína y calcio que la leche de vaca. La leche de camella es un poco más baja en calorías, pero similar a la leche de vaca en grasa, proteína y contenido de calcio. Curiosamente, la leche de camella es única, ya que contiene una mayor proporción de grasas monoinsaturadas (un tipo de grasa saludable para el corazón) y menos grasas saturadas que la de las vacas Al igual que con la leche de vaca, estas leches no deben introducirse como bebida a la dieta del/a bebé hasta después del primer cumpleaños. Para comparar el contenido nutricional de varias leches de origen animal y vegetal, consulta nuestras preguntas frecuentes sobre la leche.
★ Consejo: La leche de vaca comprada en un supermercado a menudo está fortificada con vitamina D ya que, aunque por sí sola la leche puede proporcionar algo de vitamina D, no es una cantidad significativa. Cuando compres leche de vaca, opta por una versión fortificada con vitamina D para asegurarte que esté proporcionando suficiente de este importante nutriente que está disponible en sólo unos pocos alimentos.
Sí, la leche de vaca se encuentra clasificada como un alérgeno común por la Organización Minimal de la Salud. La leche de vaca es un alérgeno alimentario común en los niños pequeños y representa aproximadamente una quinta parte de todas las alergias alimentarias infantiles. Ten en cuenta que los productos lácteos de otros rumiantes, como las ovejas, cabras y búfalos pueden provocar reacciones alérgicas similares a los productos lácteos de la leche de vaca. Dicho esto, hay buenas noticias: la alergia a la leche suele desaparecer con el tiempo. Los estudios científicos muestran que la mayoría de los(as) niños(as) con alergia a la leche de vaca la superan a los 6 años. Además, muchos(as) bebés con síntomas leves de alergia a la proteína de la leche (que a veces aparecen como sangre en las heces, pero sin presencia de dolor) pueden ser reintroducidos a la leche de vaca con éxito a partir del primer cumpleaños, siguiendo la dirección de los profesionales pediátricos apropiados. Y, aunque todavía no puedan beber leche de vaca, muchos(as) niños(as) pueden tolerar la leche que se ha horneado por completo en un pastel o muffin.
La leche es una causa común del síndrome de enterocolitis inducida por proteínas alimentarias (SEIPA), también conocido como FPIES (por sus siglas en ingles). La SEIPA es una alergia retardada a las proteínas alimentarias que provoca el inicio repentino de vómitos y diarrea repetitivos unas pocas horas después de la ingestión. A esto se le conoce como SEIPA agudo. La reacción puede provocar una deshidratación significativa si no se trata. Cuando la leche se incluye en la dieta con regularidad, la SEIPA puede presentarse como reflujo, pérdida de peso y retraso del crecimiento, a esto se le conoce como SEIPA crónico. Los síntomas generalmente mejoran con la eliminación de la leche de la dieta del/a bebé. Afortunadamente, al igual que otras formas de alergia a la leche, la SEIPA que se presenta temprano en la vida generalmente es superada cuando el/la niño(a) ha alcanzado los 3-5 años de edad.
La intolerancia a la lactosa, que ocurre cuando el cuerpo tiene dificultades para procesar la lactosa, el azúcar que está presente naturalmente en la leche, a veces puede confundirse con una alergia ya que puede provocar hinchazón, gases, diarrea, náuseas y otras molestias. La buena noticia es que la intolerancia a la lactosa es poco común en bebés, niños(as) pequeños(as) y niños(as) más grandes en general; sin embargo, la intolerancia tiende a ser más frecuente a medida que los(as) bebés crecen y puede afectar hasta al 70% de la población mundial.Asegúrate de comunicarte con un profesional pediátrico adecuado para cualquier pregunta sobre la intolerancia a la lactosa y reconoce que hay muchos productos lácteos sin lactosa disponibles.
Si sospechas que tu bebé puede ser alérgico(a) a los productos lácteos, consulta a un(a) alergólogo(a) antes de introducir la leche. Según los factores de riesgo y el historial de tu bebé, tu alergólogo(a) puede recomendar pruebas de alergia o, en su lugar, puede recomendar la introducción de la leche bajo supervisión médica en el consultorio. Si el riesgo es bajo, te puede recomendar que introduzcas la leche en el hogar. Al igual que con todos los alérgenos comunes, comienza por servir una pequeña cantidad por sí sola para las primeras porciones y, si no hay ninguna reacción adversa, aumenta gradualmente la cantidad durante las próximas comidas.
No. La leche representa un riesgo bajo cuando se prepara de manera segura de acuerdo a la edad y las habilidades de cada niño/a, aunque, en teoría, una persona podría ahogarse con cualquier alimento. Para reducir el riesgo, prepara y sirve la leche de manera apropiada para la edad del/a niño/a, como se describe en la sección Cómo servir. Como siempre, asegúrate de crear un ambiente de alimentación seguro y de mantenerte cerca del/a bebé durante las comidas.
Conoce los signos del ahogamiento y familiarízate con el protocolo de primeros auxilios en caso de ahogamiento con nuestras guías gratuitas de rescate para bebés y niños pequeños.
No existe una edad en la que desaparezcan los riesgos de consumir leche cruda o no pasteurizada, por lo que el hecho de servirla y el momento de hacerlo es una decisión personal para la cual debes tomar una decisión informada considerando el contexto individual de tu hijo/a. La leche cruda puede albergar bacterias patógenas y otros contaminantes potenciales que pueden aumentar el riesgo de enfermedades transmitidas por los alimentos, con un mayor riesgo de síntomas graves en los bebés. La pasteurización, el proceso de calentar un alimento a una cierta temperatura para matar las bacterias, es fundamental para reducir el riesgo de enfermedades transmitidas por los alimentos y, por lo tanto, hacer que los alimentos sean más seguros para comer. Por estas razones y más, muchas organizaciones médicas recomiendan la leche pasteurizada para el consumo humano.
Cada bebé se desarrolla a su propio ritmo, y las sugerencias que ofrecemos sobre cómo cortar o preparar determinados alimentos son generalizaciones para una amplia audiencia.
Mantén la leche materna o fórmula como la fuente principal de líquidos para el/la bebé, porque no se aconseja la introducción de la leche de vaca como bebida a esta edad. Un poco de leche de vaca mezclada con los alimentos está bien siempre y cuando no reemplace la leche materna o la fórmula.
A esta edad está bien ofrecer pequeños sorbos de leche de vaca entera (no más de 1 a 2 onzas) en una taza abierta para practicar las habilidades de alimentación y acostumbrar al paladar del/a bebé al nuevo sabor de la leche de vaca. Dicho esto, también está completamente bien no introducir leche de vaca a esta edad y continuar con la leche materna o la de fórmula.
Limita la leche a no más de 16 onzas en total por día o 2 porciones en total al día de productos lácteos para que la leche no desplace los nutrientes importantes como el hierro de los sólidos. Opta por la leche entera de vaca y los productos lácteos de leche entera para proporcionar suficientes grasas y calorías para un crecimiento y desarrollo saludable. Si el/la bebé todavía consume leche materna, es posible que no necesite tantas porciones de lácteos, ya que la leche materna también es una buena fuente de calcio en la dieta.
Los(as) niños(as) pequeños(as) pueden consumir hasta 2-2.5 porciones de productos lácteos por día. Es posible que escuches recomendaciones para cambiar a una leche baja en grasa, pero no todos los(as) niños(as) necesitan leche baja en grasa. Así que asegúrate de hablar con tu profesional de salud pediátrica para obtener más orientación.
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