Decir que la hora de comer con niños pequeños es desafiante no es una exageración.
Los niños pequeños pasan por una etapa de neofobia alimentaria, o miedo a los alimentos nuevos, la cual puede durar varios años. Esto los hace mucho más inseguros a la hora de explorar alimentos nuevos comparado con cuando eran bebés. Los niños pequeños también crecen a un paso menos acelerado en comparación a la infancia (y, por lo tanto, sienten menos hambre) y sienten un fuerte impulso de querer practicar sus habilidades motoras nuevas, retar límites y tener el control. Todos estos factores, combinados, pueden contribuir a que la niñez temprana sea una etapa desafiante en relación a la alimentación y a que haya muchos rechazos en la mesa, los cuales fácilmente pueden confundirse con alimentación quisquillosa.
Lo que estamos describiendo se considera la selectividad normal de los niños pequeños y recomendamos que los(as) p/madres no traten esto como si fuera alimentación quisquillosa, ya que las estrategias que se usan para tratar la verdadera alimentación quisquillosa a menudo pueden prolongar y empeorar la selectividad de los niños pequeños.
La verdadera alimentación quisquillosa, la cual lleva a la selectividad de los niños pequeños a un nivel más allá, tiende a estar relacionada con problemas subyacentes como la ansiedad o el miedo en torno a los alimentos y/o las comidas, el procesamiento sensorial o el retraso en el desarrollo. Los niños que realmente muestran características de alimentación quisquillosa necesitan que los cambios y los desafíos sean presentados de forma lenta y constante, equilibrados con mucho amor, adaptaciones adicionales y un plan de apoyo que progrese de manera gradual para aprender a tolerar un entorno típico a la hora de comer y poder explorar alimentos nuevos. Este nivel de apoyo no suele ser necesario para los niños pequeños que son de desarrollo típico y que muestran la selectividad normal de la niñez y, de hecho, ese nivel de apoyo puede empeorar el comportamiento y la rigidez de los niños e impedir que progresen.
Si tu hijo(a) pequeño(a) muestra las siguientes características, es probable que sí muestre señales de una verdadera alimentación quisquillosa:
Prefiere quedarse sin comer nada, en lugar de comer una comida que no sea su favorita.
Muestra sensibilidades sensoriales específicas y/o desafíos, tales como rehusarse a ensuciarse las manos, negarse a tocar texturas húmedas o sucias, u odiar actividades cómo lavarse las manos, la cara o los dientes, etc.
Muestra señales de ansiedad severa en la mesa (las crisis/rabietas en la mesa son diferentes a las crisis/rabietas que ocurren durante otros momentos en el día, como a la hora de acostarse, durante las transiciones, etc.).
Los comportamientos y el rechazo son consistentes; no van y vienen o cambian de una comida a otra, de un día a otro, de una semana a otra, y no varían cuando la comida se presenta por un(a) cuidador(a) u otro(a).
No toca ni interactúa con la comida en lo absoluto, aunque no se le haya presionado y se le hayan dado amplias oportunidades para ir a su propio ritmo *lanzar la comida cuenta como una interacción*.
Ha estado mostrando comportamientos de rechazo y/o problemas para comer por 4-6 meses o más.
Sí. Los niños son muy capaces de aprender habilidades nuevas y mejorar sus comportamientos en la mesa e incrementar la variedad en su dieta. Es esencial utilizar un método consistente que ofrezca un balance entre la conexión, el apoyo, la exposición, las demostraciones y desafíos tolerables. Recuerda que, para poder revertir la alimentación quisquillosa, es necesario establecer ciertas habilidades fundamentales y dar pasos pequeños y graduales en la dirección correcta, para así ir aprendiendo a tolerar alimentos nuevos. Esto toma mucho tiempo de entrada y requiere años de trabajo continuo para ayudar a los niños a desarrollar las habilidades necesarias y aprender nuevas formas de interactuar con los alimentos. Adicionalmente, gran parte del trabajo para revertir la alimentación quisquillosa lo deben realizar los padres y gira en torno a los pasos necesarios para poder establecer límites amorosos y saludables, mantenerse constantes incluso cuando el/la niña rechaza los alimentos y pensar detenidamente sobre cómo encontrar el balance entre ofrecer suficiente apoyo y amor, pero también ofrecer desafíos y fomentar el aprendizaje.
Tenemos buenas y malas noticias... La mala noticia es que sabemos que ciertas prácticas y estilos de crianza contribuyen a la alimentación quisquillosa. La buena noticia es que, en nuestra amplia experiencia trabajando con bebés y familias, hemos aprendido que los(as) p/madres no suelen ser la causa de la alimentación quisquillosa de sus hijos.
Las investigaciones científicas nos muestran que los niños con alimentación quisquillosa son más propensos a tener ciertos temperamentos que probablemente los lleve a ser quisquillosos y esto, a su vez, probablemente lleve a los padres a tomar decisiones que refuercen la quisquillosidad. Los bebés y los niños que son más irritables, más sensibles y más inestables emocionalmente (es decir, niños que tienden a tener muchas rabietas y crisis) tienen más probabilidades de ser quisquillosos.
También corren un mayor riesgo de ser quisquillosos con la comida los niños que tienen diferencias de desarrollo, desafíos en el procesamiento sensorial, sensibilidades sensoriales, desafíos orales-motores y/o problemas médicos subyacentes, sin importar lo que hagan o dejen de hacer los padres para evitarlo.
Las investigaciones también muestran que hay un pequeño—pero creciente—porcentaje de bebés que parecen batallar más que otros en aprender a comer una amplia variedad de alimentos “reales”. Dependiendo del estudio, los investigadores han encontrado que al 6-50% de los niños pequeños se les ha categorizado como “quisquillosos para comer” por sus padres. Muchos niños pequeños superan esta etapa cuando cumplen 4 o 5 años, pero aquellos que no la superan suelen ser quisquillosos durante gran parte de la infancia.
Sí, existen diferentes estructuras y métodos para revertir la alimentación quisquillosa. Nuestro método es un método basado en las necesidades relacionales y de desarrollo del/a niño(a), y se enfoca en gran medida en la conexión, ofrecer demostraciones y promover la exploración y la curiosidad mientras se fomenta la independencia. Nuestro enfoque también se basa, en una pequeña parte, en usar el hambre como motivación.
Sin embargo, otros métodos se basan principalmente en sólo usar el hambre para impulsar la exploración y mejorar la alimentación, y otros fomentan el uso de la presión e, incluso, la alimentación forzada para aumentar el consumo. Estos enfoques no se alinean con nuestros valores fundamentales de conexión y respeto, por lo que no encontrarás estrategias como estas en nuestros cursos o guías.
Consulta nuestro Pase completo de alimentación quisquillosa para mayor información.
La respuesta corta es: sí. El poder participar en las comidas familiares, saber manejar la frustración cuando se te ofrecen alimentos no deseados y el poder manejar el miedo o la incertidumbre para poder explorar alimentos nuevos es parte las habilidades esenciales para la vida. Estas habilidades de la vida (como la flexibilidad, la autorregulación, la tolerancia a la frustración, la resiliencia y la valentía) serán muy importantes a lo largo de la vida de tu hijo(a). El practicar estas habilidades a diario, en la mesa, en un entorno seguro y con amor, es increíblemente importante para así ayudarlo(a) a desarrollar autoestima y autoeficacia.
Las investigaciones muestran que los niños identificados como “quisquillosos” para comer consumen menos nutrientes en general y, en especial, tienen un consumo limitado de ciertos micronutrientes esenciales como el zinc y el hierro, así como la fibra. Las investigaciones también muestran que hay correlaciones entre la alimentación quisquillosa y un peso poco saludable, tanto un índice de masa corporal, o IMC, significativamente bajo, como un IMC alto u obesidad. La alimentación quisquillosa también se asocia con otros problemas de salud como el estreñimiento, los problemas gastrointestinales y ciertas enfermedades infecciosas agudas.
Para obtener más información, consulta nuestro artículo, ¿Cuáles son las causas de la alimentación quisquillosa?
Si bien hay algunos niños que serán quisquillosos sin importar lo que hagan sus padres y sin importar cuánto intentes evitarlo, también hay muchos niños que tienen el potencial de ser quisquillosos pero que, cuando los padres implementan ciertas acciones de forma constante, pueden ser guiados gentilmente hacia una mejor alimentación desde temprano.
Desarrollar ciertas habilidades fundamentales desde temprano, desde el comienzo de la alimentación complementaria, es un primer paso importante. A medida que el/la niño(a) llega a la niñez, trabaja en establecer límites claros sobre qué comida se sirve, cuándo está disponible y cómo se interactúa a la hora de comer. Todos estos pasos son esenciales para promover el progreso de las habilidades y ampliar el paladar de un(a) niño(a).
Las siguientes estrategias pueden ayudarte a establecer estas habilidades fundamentales para crear una base sólida y evitar que arraiguen los comportamientos quisquillosos:
Usa técnicas de alimentación receptiva desde el principio.
Ofrece una amplia variedad de alimentos y sabores desde el principio.
Demuéstrale al/a niño(a) cómo comer los alimentos que le sirves.
Dale al/a niño(a) tiempo y espacio para aprender habilidades de masticación.
Establece límites amorosos a la hora de comer.
Toma en cuenta la frecuencia con la que comen fuera de casa y cómo será el entorno. Si las comidas fuera son algo que pasa muy de vez en cuando y vas a socializar con familiares o amigos, considera olvidarte de la mayoría de tus reglas y enfocarte en mantener la paz y divertirte. A menudo, el estrés y la sobrecarga sensorial de un restaurante, el tener que practicar buenos modales y el tener que interactuar con familiares y amigos es demasiado para estos niños, así que no te sorprendas si salen a relucir los peores comportamientos de tu hijo(a).
Trata de cambiar tu definición de ‘éxito’ a que el éxito no sea comer alimentos nuevos, sino poder mantener la calma y poder disfrutar del evento social. Por ejemplo, este podría ser un buen momento para traerle alimentos que sabes que a tu hijo(a) le encantan. Y también está bien llevarle una pantalla para que tu hijo(a) pueda ver un programa y así tu puedas disfrutar de la compañía de tus amigos(as). Es totalmente razonable decidir que este no es el momento—ni el lugar—para que tu hijo(a) trabaje en expandir su paladar.
¡Quizás te sorprendas! A veces, adoptar una actitud de cero presión y cero expectativas puede motivar a los niños que están en el borde a “dar el salto”. El entorno de baja presión y la recompensa social de estar con sus seres queridos y verlos comer pueden, en ocasiones, hacer que un(a) niño(a) pruebe un alimento nuevo o coma mejor que en casa.
Enfrentar la alimentación quisquillosa muchas veces requiere de un equipo de profesionales médicos. A menudo, las familias trabajarán con:
Su proveedor(a) de atención médica primario(a)/pediatra
Dietista o nutricionista
Especialista en alimentación y deglución, generalmente un(a) terapeuta ocupacional pediátrico(a) o un(a) patólogo(a) del habla y el lenguaje.
Gastroenterólogo(a).
Posiblemente un(a) psicólogo(a) o un(a) consejero(a) familiar.
Estos son algunos pasos que puedes seguir para encontrar expertos locales que pueden ayudarte a tratar la alimentación quisquillosa:
Habla con el/la proveedor(a) de atención médica primaria de tu hijo(a). Lleva una lista detallada de tus inquietudes y dudas.
Si tu proveedor(a) no parece preocupado(a) y/o no te recomienda a un terapeuta de alimentación, ¡pregunta! Tienes todo el derecho de decirle que deseas y necesitas más ayuda con este tema. Deja en claro que deseas que se haga una evaluación con un especialista en alimentación pediátrica, ya sea un terapeuta ocupacional pediátrico o un terapeuta del habla con licencia.
Pídele al proveedor de atención médica del/a niño(a) recomendaciones de terapeutas o sugerencias para dónde ir. A menudo, el médico tendrá algunos recursos locales, los cuales suelen ser un excelente punto de partida. Si el proveedor de atención médica primaria de tu hijo(a) no tiene recomendaciones, o si comienzas con los recursos que te han recomendado, pero deseas explorar otras opciones, puedes hacer tu propia búsqueda para encontrar recursos locales.
Comienza con una búsqueda en Google para encontrar un hospital pediátrico local, un centro regional o los servicios de intervención temprana, así como cualquier terapeuta ocupacional pediátrico privado o clínicas de patólogos del habla y el lenguaje en tu área.
Comunícate con cada uno de ellos con una breve descripción de lo que necesitas: una evaluación para terapia de alimentación y posiblemente una intervención para tu bebé o niño(a) pequeño(a) para ayudarte con “x” problema.
Tómate el tiempo de hacer preguntas en cada clínica o a cada terapeuta y busca algo que se sienta apropiado para ti y tu hijo(a). En particular, quieres asegurarte de encontrar a alguien que:
Tenga experiencia en alimentación pediátrica
Tenga práctica y capacitaciones avanzadas en el área de problemas de alimentación o que trabaje en estrecha colaboración con un mentor.
Use una variedad de métodos respetuosos en su terapia de alimentación.
La alimentación quisquillosa tiene un amplio rango de severidad. Algunos casos son relativamente inofensivos y pueden ser un poco molestos, pero se resuelven con el tiempo; mientras que otros son graves y persistentes, y tienen repercusiones significativamente negativas para la salud y el bienestar.
Cabe señalar que nuestro equipo profesional aboga por la búsqueda de servicios adicionales de apoyo y por la terapia de alimentación temprana. Si la hora de comer es estresante para tu hijo(a) y/o tu familia, incluso si tu hijo(a) está aumentando de peso adecuadamente sin ningún problema nutricional, de igual manera infórmale al médico de cabecera de tu hijo(a). El médico debería poder ayudarte a buscar soluciones y decidir si la terapia de alimentación o cualquier otra derivación de esta pueden ser útiles.
Está infeliz a la hora de comer la mayor parte del tiempo: pelea, grita, llora o simplemente está estresado(a) o ansioso(a) en la mayoría de las comidas.
Se niega a comer lo que se le sirve, exige los alimentos preferidos.
No prueba ni explora nuevos alimentos.
Rechaza categorías enteras de alimentos (por ejemplo, todas verduras o todas las proteínas) o incluso ciertas texturas o colores.
Come sólo unos pocos alimentos.
Insiste en comer cosas de una manera muy específica (es decir, sólo marcas específicas; sólo si la comida se sirve en la bolsa/caja original; sólo cuando la comida se corta exactamente así; sólo si la comida no se toca entre sí).
Tiene dificultad aumentando de peso o aumenta de peso rápidamente.
Tiene arcadas de vez en cuando durante las comidas.
Si se presentan las señales que mencionamos arriba, generalmente no hay necesidad de buscar ayuda profesional de inmediato. Muchos de estos desafíos se pueden abordar con el apoyo adicional de los padres y cuidadores(as) en el hogar. (Ve nuestro Paquete de alimentación quisquillosa para más información). Deberías ver un avance significativo después de unas pocas semanas a varios meses; sin embargo, sí deberías ver *señales* de mejora en un mes.
*Si no observas ningún avance o notas que el comportamiento empeora después de implementar las estrategias, considera comunicarte con el proveedor de atención médica primaria de tu hijo(a). Después de revisar el historial clínico y hacerle un examen físico detallado, es posible que se justifique la necesidad de buscar el apoyo individualizado de un(a) especialista en alimentación y/o que sea remitido a otros especialistas.
Rechazo total a comer o beber algo.
Deshidratación: no produce lágrimas ni saliva; orina concentrada (amarillo oscuro) e infrecuente.
Estreñimiento: menos de dos deposiciones por semana; las heces son duras y dolorosas; sangre en o alrededor de las heces; dolor abdominal fuerte.
Pérdida de peso significativa.
Arcadas y/o náuseas frecuentes en las comidas con alimentos sólidos o líquidos.
Extremadamente baja energía o demasiado sueño.
El/la niño(a) se siente extremadamente abrumado(a) o la situación está afectando su calidad de vida de manera significativa.
Si tu hijo(a) demuestra cualquiera de las señales anteriores, busca atención médica de inmediato. Esto puede ser una visita de atención urgente con el proveedor de atención primaria de tu hijo(a), otro proveedor o una visita al departamento de emergencias.
Para obtener más información sobre cuándo buscar apoyo profesional, consulta Cuándo buscar ayuda para la alimentación quisquillosa.
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