Cuando se trata de prevenir la alimentación quisquillosa y sus causas, hay muchas opiniones y no existe una sola respuesta definitiva. Sin embargo, hay una gran cantidad de investigaciones que examinan los factores de riesgo de desarrollar una alimentación quisquillosa en la infancia.
Nota: Cuando no hay suficiente evidencia científica, nosotros ofrecemos nuestra orientación y comprensión sobre este tema multifacético basado en más de 40 años de experiencia combinada como terapeutas de alimentación que trabajan directamente con niños que luchan con la alimentación quisquillosa y sus familias, así como con bebés haciendo la transición a alimentos sólidos que no desarrollaron alimentación quisquillosa. Esta guía combina la información y las estrategias que fueron obtenidas a partir de nuestras prácticas clínicas, la literatura científica existente, las investigaciones recientes y la experiencia práctica, para así discutir algunas causas comunes y prevenibles de la alimentación quisquillosa y lo que los padres y cuidadores pueden hacer con los(as) bebés que comienzan la alimentación complementaria para prevenir la alimentación quisquillosa.
En nuestra experiencia, y en base a las investigaciones, existen cuatro causas principales de la alimentación quisquillosa:
Ciertas características intrínsecas de cada niño(a), tales como como algunos problemas médicos, diferencias o discapacidades del desarrollo neurológico, y el temperamento, los cuales todos son factores que aumentan el riesgo de que un(a) niño(a) desarrolle una alimentación quisquillosa.
Ciertas prácticas y estilos de crianza controladores, ansiosos, y/o permisivos.
Ciertas experiencias negativas a la hora de comer.
La falta de exposición a texturas, sabores y oportunidades para practicar la masticación durante las edades clave.
De estas cuatro causas principales, tres pueden abordarse para prevenir o mejorar la alimentación quisquillosa. Sí, algunos niños lucharán con la alimentación quisquillosa a como dé lugar, pero para muchos, la alimentación quisquillosa se puede prevenir si tomamos medidas intencionales al comenzar la alimentación complementaria y al alimentarlos durante la niñez.
Entre las causas de la alimentación quisquillosa sobre las cuales los padres no tienen control se encuentran ciertas características de los niños que los predisponen a la alimentación quisquillosa. Incluso después de emplear las mejores estrategias para evitar la alimentación quisquillosa en las áreas que podemos controlar, ciertos niños con estos rasgos desarrollarán una alimentación quisquillosa a pesar de lo que se haga o no se haga.
Cada bebé nace con un temperamento único y llega a este mundo con su propia personalidad y nivel de sensibilidad a las experiencias. Por ejemplo, hay niños que se calman fácilmente, mientras que otros necesitan mucho apoyo para calmarse cuando están molestos. El temperamento de un(a) niño(a)...
Describe cómo aborda y reacciona ante el mundo.
Influye en su comportamiento y en la forma en que interactúa con los demás.
Se cree que es innato. Algunos niños son más sensibles que otros desde el comienzo.
Las investigaciones científicas muestran que los niños que luchan con la alimentación quisquillosa son más propensos a tener ciertos tipos de temperamentos, lo cual probablemente los lleva a ser quisquillosos: por ejemplo, los bebés y los niños que son más sensibles e irritables y emocionalmente lábiles (es decir, tienen muchas rabietas y crisis) tienen más probabilidades de sufrir de alimentación quisquillosa que los niños que son apacibles y que se dejan llevar por la corriente.
Para los niños sensibles, las situaciones de la vida cotidiana son más estresantes y atemorizantes, y operan su día a día con el reflejo de pelea/huida/parálisis activado. Con el tiempo, estos niños pueden correr un mayor riesgo de sentir que el mundo es abrumador, y es por eso que las investigaciones han identificado que, a medida que crecen, los niños que tienen patrones alimentarios selectivos moderados y/o severos también tienen un mayor riesgo de calificar para un diagnóstico de salud mental como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), ansiedad o depresión.
Los niños pequeños a menudo no pueden expresar sus miedos verbalmente; en su lugar, expresan su miedo a través de su comportamiento, y es responsabilidad de los(as) p/madres o cuidadores de identificar este comportamiento como una llamada de auxilio.
Las investigaciones también muestran que los niños quisquillosos son más propensos tener temperamentos ansiosos. Cuando el/la niño(a) ha experimentado algo doloroso o negativo a la hora de comer en el pasado, la ansiedad en torno a los alimentos y la hora de comer puede ser increíblemente poderosa. (Consulta a continuación para obtener más información sobre las experiencias negativas a la hora de comer). La ansiedad de un(a) niño en torno a los alimentos y a la hora de comer puede incluir:
Probar algo y que no le guste.
Miedo a no sentirse bien después de comer.
Miedo a no ser escuchado(a) y verse obligado(a) a comer o probar algo cuando no quiere.
Miedo a no poder masticar bien la comida.
Ejemplo: un(a) niño(a) puede crear una historia mental de que los alimentos de cierta caja de cierta tienda son "seguros". Cuando alguien trata de introducirle un alimento similar de una tienda diferente, el/la niño(a) se niega. Esto se debe al miedo al cambio, el miedo a que sea diferente y potencialmente no seguro.
El estrés crónico y el agobio sí pueden ser perjudiciales para el desarrollo de un(a) niño(a); sin embargo, cuando estas experiencias diarias están amortiguadas por la presencia de un cuidador amoroso, que apoya al/a niño(a) y lo(a) ayuda a comprender que estas experiencias no son emergencias, cada experiencia estresante se convierte en una oportunidad para desarrollar resiliencia, flexibilidad y la capacidad necesaria para sobrellevarlas.
Dado que ocurren varias veces al día, las comidas pueden convertirse en una oportunidad para los niños altamente sensibles de practicar la autorregulación, practicar cómo lidiar con el estrés y el enojo, y desarrollar flexibilidad. Con el tiempo, los niños sensibles pueden aprender que el mundo puede ser un poco intenso o abrumador de vez en cuando pero que ellos tienen la capacidad de manejar y responder a esas situaciones.
Los niños sensibles a menudo están muy en sintonía con su entorno y son altamente receptivos a las sensaciones en sus cuerpos y las señales emocionales. Con el apoyo adecuado, estos niños pueden ser empáticos, perspicaces y tener mucho éxito al enfrentar los desafíos con paciencia y consistencia.
Es importante tener en cuenta que ciertas necesidades médicas, ciertas condiciones de salud y ciertas diferencias en el desarrollo neurológico en un(a) niño(a) también pueden aumentar el riesgo de la alimentación quisquillosa significativamente.
Estas características incluyen:
Diferencias en el procesamiento sensorial, como los problemas de modulación sensorial, los problemas de discriminación sensorial y los trastornos motores basados en los sentidos.
Problemas gastrointestinales dolorosos y los problemas de motilidad.
Alergias.
Problemas cardíacos o respiratorios.
Retraso en el desarrollo (incluyendo el retraso motor oral).
Diferencias en el tono muscular (ya sea hiper- o hipotonicidad).
Cada una de estas condiciones puede:
Afectar significativamente la comodidad de un(a) niño(a) dentro de su propio cuerpo y al comer.
Hacer que alimentarse por sí mismo(a) o aprender a masticar y tragar sea más desafiante.
Afectar negativamente el hambre o la saciedad.
Contribuir a las experiencias negativas a la hora de comer que se agravan rápidamente con el tiempo y reducen las experiencias positivas al comer.
Incluso cuando se soluciona o mejora un problema subyacente, como cualquier problema de motilidad gastrointestinal, las alergias, los trastornos del procesamiento sensorial o el retraso en el desarrollo, sus efectos pueden verse en la alimentación del/a niño(a) mucho después de que estos problemas fueron abordados, ya que el/la niño(a) tiene que volver a aprender que los alimentos, el comer y el digerir ya no duele o ya no es tan desafiante.
Los niños que tienen experiencias negativas e incómodas con la comida constantemente desde la infancia tienen más probabilidades de desarrollar alimentación quisquillosa, sin importar lo que hagan los padres. En estas situaciones, los padres pueden emplear todas las estrategias habidas, y por haber, para tener una buena alimentación y una relación positiva con la comida, pero la experiencias internas abrumadoras del/a niño(a) pueden causar que el/la niño(a) siga luchando con la alimentación quisquillosa.
Sin embargo, recuerda que el esfuerzo de los(as) p/madres y el formar una base fuerte de hábitos fundamentales son importantísimos y pueden permitir que un(a) niño(a) mejore su relación con la comida después de que se aborde el problema médico o de desarrollo subyacente.
Ciertas prácticas y estilos de crianza tienden a resultar en que los niños desarrollen alimentación quisquillosa con más frecuencia que otros estilos de crianza, aun cuando el/la niño(a) tiene un bajo riesgo de ser quisquilloso basado en su temperamento, características médicas y características de desarrollo neurológico.
Hay niños que serán quisquillosos sin importar lo que hagan los(as) p/madres y, como mencionamos anteriormente, ciertos problemas médicos o de desarrollo neurológico sí contribuyen a la probabilidad de desarrollar alimentación quisquillosa a pesar de los mejores esfuerzos de los(as) p/madres. Sin embargo, estos problemas son poco comunes.
La mayoría de los niños sanos pueden aprender a comer una amplia variedad de alimentos cuando se les permite construir una base sólida y positiva con la comida, lo cual significa que lo que nosotros hacemos (como p/madres) que apoya o hace más difícil este desarrollo es de suma importancia.
Adicionalmente, los niños sensibles se ven especialmente afectados por los estilos de crianza y las decisiones en torno a la comida, lo cual puede promover o hacer más difícil la exploración de los alimentos. Con los(as) niños(as) sensibles, es importante reconocer que los(as) p/madres probablemente no causan que el/la niño(a) sea quisquilloso(a) con la comida, pero el temperamento desafiante del/a niño(a) probablemente lleve a los(as) p/madres a tomar decisiones que refuercen y contribuyan a la alimentación quisquillosa.
Estos son los errores que cometen los(as) p/madres comúnmente y que pueden causar o contribuir a la alimentación quisquillosa:
Limitar lo que se le sirve al/a bebé o niño(a).
Controlar cuánto come tu hijo(a).
No permitir que el/la bebé o el/la niño(a) se alimente solo(a) o explore los alimentos de forma independiente.
Presionar a un(a) niño para que coma más o menos de lo que el/la niño quiere comer.
Ceder ante las preferencias de sabor del/a niño(a) en la mayoría de las comidas.
Insistir en mantener al/a niño(a) limpio(a) o evitar el desorden.
Permitir que el/la niño(a) determine los alimentos que se sirven en la mayoría de las comidas.
Otros factores que tienden a contribuir a las dificultades de alimentación y a la alimentación quisquillosa incluyen altos niveles de ansiedad de los(as) p/madres en torno a las comidas, así como los estilos de crianza que son muy controladores o demasiado permisivos. Para obtener más información acerca de cómo estos afectan la alimentación sigue leyendo, pero ten en cuenta que el común denominador de todos estos tipos de crianza es el control, ya sea que sea demasiado o muy poco control sobre la alimentación y a la hora de comer.
Algo común que escuchamos de los(as) p/madres es que aman mucho a sus hijos, tienen mucho miedo de que les pueda pasar algo malo y se preocupan por todos los riesgos inherentes del proceso de aprender a comer.
Las preocupaciones de los(as) p/madres por la alimentación de sus hijos(as) puede incluir:
Preocuparse de que el/la niño(a) no esté comiendo lo suficiente.
Ansiedad de que esté comiendo las cosas correctas.
Preocupación por el ahogamiento.
Preocupación por el desorden.
Las investigaciones científicas muestran que la preocupación de los(as) p/madres puede aumentar la irritabilidad en torno a la comida y reducir las expectativas de lo que el/la niño(a) podría comer ("¡Oh, a mi hijo(a) no le va a gustar eso!"). Esta ansiedad puede limitar lo que los(as) p/madres le ofrecen al/a niño(a), así como lo que le permitirán hacer de forma independiente. En última instancia, la ansiedad de los(as) p/madres puede hacer que controlen la comida y limiten la exposición a una variedad de alimentos y limiten las oportunidades de practicar la masticación, lo cual es necesario para ayudar al/a niño(a) a aprender a comer de manera segura.
Los(as) p/madres que están preocupados(as) que sus hijos(as) coman lo suficiente también pueden caer en un ciclo de presionar a sus hijos(as) para que coman o tratar de controlar la cantidad que sus hijos(as) comen. Esto conduce a luchas de poder a la hora del a comida y a que el/la niño(a) disfrute menos de la comida. En este caso, la alimentación quisquillosa del/a niño(a) probablemente aumentó la ansiedad del/a p/madre, pero la reacción de querer imponer control del/a p/madre probablemente refuerce las conductas de alimentación quisquillosa. Si bien es muy difícil dejar a un lado la preocupación de que tu hijo(a) coma lo suficiente, que coma los nutrientes que necesita o que le gusten ciertos tipos de alimentos, el preocuparte por la nutrición del/a niño(a) excesivamente tiende a empeorar los comportamientos no deseados en la mesa y el rechazo de los alimentos. Inversamente, los(as) p/madres que abordan la alimentación de sus hijos(as) con confianza y tranquilidad terminan con hijos(as) menos quisquillosos con la comida a largo plazo.
Las investigaciones científicas que estudian los diferentes estilos de crianza y su relación a la alimentación quisquillosa muestran lo siguiente:
Los niveles de control altos de parte de los(as) p/madres llevan a una peor alimentación en los(as) bebés y niños(as).
Cuando los padres intentan controlar cuánto come un niño, a través de la presión, la alimentación forzada, el convencimiento o las recompensas por comer, los niños tienden a comer menos y tienden a tener más arrebatos de comportamiento en relación con los alimentos y las horas de comer.
Cuando los padres practican prácticas de alimentación no responsivas con el biberón o con la cuchara, es decir, presionan al/a bebé a terminarse un biberón incluso cuando el/la bebé indica que ya no está interesado(a), esto aumenta la probabilidad de que el/la bebé sea quisquilloso al comer cuando empieza la alimentación complementaria.
El no confiar en las señales de saciedad de un(a) niño(a), es decir, tratar de que coman más aún cuando el/la niño(a) muestra señales de saciedad o lo comunican, tiende a conducir a patrones de alimentación más selectivos.
La crianza permisiva es lo opuesto a la crianza controladora, es una crianza con pocas pautas y reglas.
Los(as) p/madres permisivos(as) no esperan un comportamiento maduro de sus hijos y se enfocan principalmente en la receptividad y la calidez.
Durante las comidas, es más probable que los(as) p/madres permisivos(as) les den a los(as) niños exactamente lo que ellos pidan de comer; es decir, que cambien el menú de acuerdo a los deseos del/a niño(a). Las investigaciones muestran que hacer esto disminuye la probabilidad de que un(a) niño(a) coma la comida familiar.
Por el contrario, las investigaciones muestran que los límites justos y amorosos en torno a las comidas mejoran los comportamientos alimentarios en los(as) niños(as). La crianza permisiva tiende a tener muy pocos límites y reglas.
Hay ciertas acciones de los(as) p/madres cuando alimentan a sus hijos(as) que pueden inconscientemente promover y reforzar la alimentación quisquillosa.
El servirle a los niños las comidas por aparte y prepararles alimentos especiales (en lugar de servir una comida familiar para todos en la mesa) ha sido asociado con un riesgo aumentado de alimentación quisquillosa.
El reemplazar los alimentos no consumidos o rechazados con algo nuevo (es decir, cambiar el menú de acuerdo a las peticiones del/a niño(a)) puede darle al/a niño(a) a entender que no es necesario que pruebe o coma lo que se le sirve porque siempre habrá una opción preferible si se niega a comer la primera opción.
Los niños necesitan tener hambre durante las comidas para poder comer; dar acceso constante a comida a lo largo del día y no establecer límites u horarios en torno a las comidas puede hacer que un(a) niño(a) no sienta el hambre y la motivación suficiente para participar a la hora de la comida. Con el tiempo, a medida que el/la niño recibe menos exposición a las comidas familiares, el/la niño puede desarrollar una alimentación quisquillosa.
El ofrecer cambios y soluciones antes de que el/la niño(a) tenga la oportunidad de resolver el problema o intentarlo por su cuenta le puede dar a entender, de manera subconsciente, que él/ella es incapaz de hacer las cosas por sí mismo(a) y que necesita que alguien más le haga las cosas.
Las acciones de los padres que contribuyen a la alimentación quisquillosa a menudo son el resultado de que los padres están fatigados. Sé paciente contigo mismo(a). Ser padre o madre es un trabajo agotador. Y muchos niños tienen temperamentos difíciles, que los hace más irritables, sensibles y emocionalmente lábiles, lo cual puede desgastar la determinación de los padres con el tiempo. Los niños que son más sensibles pueden hacer que los(as) p/madres se auto-cuestionen y cuestionen sus reglas o sus decisiones. Como resultado, es más probable que un padre o una madre exhausto(a) y cansado(a) haga concesiones que, con el tiempo, pueden hacer que el/la niño(a) se vuelva quisquilloso(a), como cocinar lo que el/la niño(a) pida o servirle una comida especial con tal de apaciguarlo(a).
Si te sientes fatigado(a):
Sé paciente contigo mismo(a).
Pide el apoyo de tu pareja o de alguien que te pueda ayudar.
Ten en cuenta que no necesitas hacer las cosas "bien" el 100% del tiempo. Trata de ser consistente la mayor parte del tiempo y estarán yendo por un buen camino.
Recuerda que los contratiempos son oportunidades para aprender.
Si lo necesitas, puedes tomarte un tiempo para reflexionar e intentar de nuevo.
Los(as) bebés tienen un impulso innato de comer y explorar los alimentos. Sin embargo, los(as) bebés también aprenden rápidamente en base a sus experiencias negativas y evitan cualquier cosa que pueda causarles que se repita esa experiencia negativa, lo cual puede extenderse al acto de comer. El impulso de evitar el dolor o el estrés es tan fuerte que puede anular el deseo innato de buscar la comida y explorar objetos con la boca. Cuando esto sucede, el/la bebé puede volverse quisquilloso(a) porque asocia el comer con dolor, miedo o estrés.
Nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso se forman a través de experiencias que crean reacciones automáticas en nuestro cuerpo y guían nuestros comportamientos. Cuando un(a) bebé experimenta dolor una y otra vez al comer, su cerebro aprende rápidamente: “La comida me causa dolor, así que no debo confiar en ella”.
A medida que aprendemos, especialmente a medida que desarrollamos el lenguaje, convertimos las experiencias subconscientes en historias para darles sentido. Si un(a) niño(a) sufre de alergia a algún alimento o le duele el estómago con frecuencia después de comer, su sistema nervioso aprende que la comida puede causar dolor, y la historia que el/la niño comienza a contarse a sí mismo(a) puede ser algo como: “La comida me hace sentir mal. No debería comer nada que no conozca muy bien".
El estrés y la frustración tienen un efecto similar al dolor cuando se trata de comer. Cuando los(as) niños(as) se sienten presionados(as) a hacer algo que no están listos(as) para hacer, eso les genera estrés. Y cuando un(a) niño(a) se siente constantemente estresado(a) por la comida y el comer, esto establece una conexión cerebral entre las dos experiencias. Todos tenemos el impulso natural de evitar las experiencias estresantes o dolorosas, por lo que los(as) niños dejan de comer o se vuelven muy rígidos(as) con los alimentos que sí aceptan. Algunas experiencias que pueden percibirse como negativas y estresantes para el/la niño(a) a la hora de comer incluyen:
Continuar alimentando a un(a) bebé o niño(a) después de que comunican (ya sea con señales corporales o verbalmente) que están satisfechos(as) o quieren parar.
Cuando el/la p/madre o cuidador(a) insiste en sostener el utensilio cuando el/la niño expresa que él/ella quiere sostenerlo por sí mismo.
Limpiar las manos y la cara del/a bebé constantemente durante la comida cuando el/la bebé muestra que no quiere o no le gusta.
Los niños con alimentación quisquillosa a menudo han sentido estrés continuo, dolor u otra experiencia negativa en torno a la comida durante el período entre su nacimiento y su segundo cumpleaños. Sin embargo, existen muchos(as) niños(as) que se convierten en comedores(as) quisquillosos(as) sin haber tenido ninguna experiencia negativa con la comida. Al mismo tiempo, también vemos muchos(as) niños(as) que experimentan emociones o sensaciones negativas alrededor de la comida y, sin embargo, desarrollan una relación saludable con la comida, por lo que sabemos que hay una gran variabilidad.
A veces, los niños pueden sentir ansiedad debido a ciertas circunstancias específicas de su vida, especialmente en reacción a eventos estresantes que pueden hacer que el/la niño(a) se sienta fuera de control. Debido a que los niños tienen la capacidad de ejercer control durante las comidas y ejercer control en torno a lo que entra en su boca, a veces el deseo por control puede resultar en que desarrollen tendencias quisquillosas y restrictivas para comer. Además, cuando se ignoran los deseos de un(a) niño(a), ya sea a la hora de comer o en general a lo largo del día, el/ella aprovechará las oportunidades que tenga para ejercer el control en las áreas en las que pueda hacerlo.
Existe una conexión muy fuerte entre la introducción retardada de alimentos masticables con textura y una mayor probabilidad de que un(a) niño(a) sea muy quisquilloso(a) con la comida. Los investigadores sugieren que existe una ventana crítica, entre los 6 y los 9 meses, para el desarrollo de las habilidades de alimentación, en la que el/la bebé está más preparado(a) y dispuesto(a) a aceptar y aprender a masticar alimentos con textura. Si no se aprovecha esta ventana de oportunidad, es posible que el/la bebé tenga más dificultades para aprender estas habilidades.
Además, la experiencia clínica de nuestros(as) especialistas en alimentación muestra una posible correlación entre la introducción tardía de sólidos masticables y la ansiedad de los(as) p/madres.
La literatura científica identifica varios factores de riesgo adicionales que aumentan las probabilidades de la alimentación quisquillosa, entre ellos las prácticas de alimentación antes de los 6 meses de edad y los determinantes sociales de la salud. Estos factores por sí solos no causan la alimentación quisquillosa; simplemente existe una correlación con una mayor probabilidad de desarrollar características de alimentación quisquillosa.
Estos factores de riesgo de alimentación quisquillosa adicionales son complejos y requieren un análisis complejo que va más allá del alcance de este artículo.
Desafortunadamente para una pregunta tan simple, la respuesta es bastante complicada. Una teoría dice que tener preferencias alimentarias puede ser una variación normal de la condición humana, ya que todos los niños y adultos tienen sus propias preferencias gustativas. También se puede decir que la alimentación quisquillosa es solo una “etapa” que se sobrepasa cuando se llega a la adolescencia o la adultez temprana. Aunque estas cosas pueden ser ciertas para algunos niños pequeños que tienen problemas para comer, hay que considerar las siguientes cosas:
Las investigaciones muestran que los niños a los cuales sus cuidadores describen como “quisquillosos” demuestran tener una ingesta dietética deficiente en general, específicamente una ingesta limitada de micronutrientes como el zinc y el hierro, así como fibra. Las investigaciones también muestran correlaciones entre la alimentación quisquillosa y un peso poco saludable, tanto un índice de masa corporal (IMC) muy bajo, como un IMC alto u obesidad. Y también han encontrado una correlación con el estreñimiento, los problemas gastrointestinales y las enfermedades infecciosas agudas.
Además, la alimentación quisquillosa resulta en un consumo de alimentos reducido y una ingesta de nutrientes distorsionada debido a la escasa variedad de la dieta, lo que a su vez afecta los resultados de salud y crecimiento cuando se comparan a compañeros(as) con dietas más variadas. Adicionalmente, la alimentación quisquillosa está relacionada a una disminución general de actividad física y un retraso en el desarrollo motor fino y grueso debido a la reducción de la fuerza y la resistencia.
Debido a que los niños con alimentación quisquillosa sufren de una nutrición deficiente, existe una correlación entre la alimentación quisquillosa y los malos comportamientos. Las investigaciones han establecido conexiones entre la alimentación quisquillosa y una disminución en la capacidad de atención, la flexibilidad mental y la capacidad general de aprendizaje en niños(as) con dietas limitadas. Además, se ha demostrado que la alimentación quisquillosa está relacionada con un aumento en ciertos comportamientos sociales problemáticos, como la ansiedad, la depresión y el retraimiento social.
La alimentación quisquillosa puede causar altos niveles de estrés en las familias. Los(as) p/madres que están constantemente preocupados(as) por el peso, la salud y el desarrollo de sus hijos se sienten responsables de la alimentación del/a niño(a) y reportan tener sentimientos de depresión, desesperanza y agobio. Se muestra que las familias con un(a) miembro quisquilloso(a) tienden a tener un ambiente negativo en el hogar que impacta no solo al/a p/madre y al/a niño(a) quisquilloso(a), sino que también al resto de los miembros del hogar. Las familias de los comedores quisquillosos tienden a reportar menos compromisos sociales y mayores desafíos al salir a comer, irse de vacaciones o visitar a familiares y amigos(as).
No hay una buena respuesta a esta pregunta, pero recientemente, los estudios científicos están comenzando a analizar la alimentación selectiva y quisquillosa en la adultez. Hay evidencia nueva que sugiere que existe una relación entre la alimentación quisquillosa en la infancia y los desórdenes alimenticios en los adultos, los cuales tienen correlaciones psicológicas negativas, como la ansiedad y el estrés. Además, las investigaciones científicas han identificado que los(as) niños(as) que tienen patrones de alimentación selectivos moderados o severos tienen un mayor riesgo de calificar para un diagnóstico de salud mental como el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la ansiedad o la depresión a medida que crecen.
Descarga la app para empezar el viaje.
Consejos de expertos directo a tu bandeja de entrada
¡Suscríbete y recibe correos semanales con recetas, consejos y más!
Copyright © 2024 • Solid Starts Inc