Justo cuando sientes que estableciste un buen ritmo con tu bebé... boom... cumple un año y llegan a un nuevo período de cambio. Un(a) bebé que podía estar sentado(a) pacientemente en la silla alta/trona y comiendo bien, de repente rechaza sus comidas favoritas, pelea a la hora de sentarse en su silla alta y sacude la cabeza para decir “NO” a todo.
Existen razones por las que los(as) niños(as) pequeños(as) hacen lo que hacen. Comprender el “por qué” del comportamiento de un(a) niño(a) pequeño(a) es clave para controlar nuestras emociones y mantener la calma en la mesa.
Es común que los(as) niños(as) pequeños(as) coman menos que cuando eran bebés. El ritmo de crecimiento es más lento durante la etapa de la niñez temprana que durante el primer año de vida, lo que significa que crecen menos rápido. Los(as) niños(as) pequeños(as) también son más eficientes para comer y beber en comparación a los(as) bebés. Todo eso, combinado, suele resultar en un(a) niño(a) que tiene menos hambre y menos motivación para probar alimentos nuevos. Los(as) niños(as) pequeños(as) también están ocupados(as) practicando nuevas habilidades como caminar, correr y saltar, y tienen períodos de atención más cortos para participar en comidas tranquilas.
A medida que el ritmo de crecimiento de un(a) niño(a) pequeño(a) se ralentiza, puede haber días en los parezca que tu niño(a) no come prácticamente nada, seguidos de días en los que come más que las personas adultas de la casa. Todo esto es normal. Intenta no enfocarte en cuánto consume el/la niño a diario, sino en cuánto come a lo largo de una semana. La mayoría de los(as) niños(as) pequeños(as) sanos(as) no se morirán de hambre si creas un ambiente de comidas sin presión.
Muchos padres y madres comienzan a preocuparse durante esta etapa de desaceleración del crecimiento y el hambre y comienzan a presionar al/a niño(a) para que coma más o menos. No caigas en esta trampa. Está bien documentado que la presión, incluso elogiar a un niño por comer, lo cual puede considerarse una forma de presión positiva, aumenta el riesgo de la alimentación quisquillosa severa. Casi todos(as) los(as) niños(as) tienen la capacidad innata de regular su apetito desde el momento en que nacen. Confía en ellos(as) para hacerlo. Cualquier estímulo, empujoncito, recordatorio, presión, soborno o alimentación forzada será contraproducente y probablemente conducirá a una alimentación más selectiva e incluso a un desorden alimenticio.
Si bien puedes pensar que necesitas motivar a tu hijo(a) o "hacer" que coma, estos intentos, aunque a veces son efectivos a corto plazo, casi siempre tienen consecuencias negativas a largo plazo. Si debes "hacer" que tu hijo(a) coma lo suficiente para crecer o aumentar de peso, esto sugiere un problema mayor y puede ser que sea necesaria una evaluación por parte del/a proveedor(a) de salud de su hijo.
Si no estás seguro(a) de qué alimentos y nutrientes ofrecerle a tu niño(a) pequeño(a) a esta edad, consulta nuestraHoja de referencia de nutrientes para niños(as) pequeños(as) para tener una guía rápida.
La niñez temprana presenta una nueva fase de alimentación selectiva llamada neofobia, el miedo a las cosas nuevas. Esta fase hace que los(as) niños(as) pequeños(as) estén menos dispuestos(as) a probar nuevos alimentos. La neofobia generalmente comienza en la niñez temprana, a menudo alrededor de los 18 a 24 meses de edad. Los(as) niños(as) pequeños(as) que están pasando por la etapa de la neofobia podrían haber explorado nuevos alimentos con emoción en el pasado y de repente volverse escépticos(as) y vacilantes(as).
Algunos antropólogos creen que la neofobia alimentaria está conectada al ADN de los(as) niños(as) pequeños(as). Sugieren que la neofobia era una sabia respuesta protectora, haciendo que un(a) niño(a) fuera menos propenso(a) a llevarse un objeto venenoso a la boca si se alejaba de su cuidador(a). Independientemente de sus orígenes, la neofobia es real y puede ser frustrante. Debes saber que tu niño(a) pequeño(a) no está tratando de ser difícil cuando rechaza la comida y simplemente está programado(a) para resistirse a ella.
Si tienes problemas con el rechazo de alimentos, consulta nuestra guía acerca de Cómo manejar el rechazo de alimentos en los niños pequeños, así como nuestra guía sobreEstrategias para interesar a los niños pequeños en probar nuevos alimentos. Nuestro curso virtual Niños pequeños a la mesa también puede serte útil para el rechazo de alimentos y para involucrar al/a niño(a) en la exploración de alimentos nuevos.
La niñez temprana es un momento en la que los niños perfeccionan su memoria y las preferencias o ideas que tienen acerca de cuáles alimentos y sabores les gustan y cuáles no. Mientras que un(a) bebé probablemente probará cualquier alimento que le pongas enfrente, un(a) niño(a) pequeño(a) ya sabe que le gustan ciertos alimentos más que otros. Los(as) niños(as) pequeños(as) ahora tienen la capacidad de recordar dónde encontrar sus alimentos preferidos, por lo que es posible que encuentres a un(a) niño(a) señalando a un armario con snacks o tocando la puerta del refrigerador, pidiendo sus alimentos favoritos.
No permitas que este período de selectividad y preferencias dicte el menú y no ofrezcas sus comidas favoritas para evitar rabietas. Hacer esto es una vía rápida hacia la alimentación quisquillosa y sólo reforzará la selectividad. Es tu trabajo comprar alimentos nutritivos, establecer el menú y ofrecerle al/a niño(a) una variedad de alimentos para elegir. Es trabajo del/a niño(a) decidir si quiere comerlo y cuánto.
Junto con los caninos y los incisivos laterales, en los primeros años de vida también brotan dos grandes conjuntos de molares. Los molares primarios probablemente brotarán entre los 13 y 19 meses de edad y los molares secundarios entre los 23 y 33 meses de edad. A los 27 meses, todos los dientes deciduos deberían de haber brotado. Estos molares grandes son famosos por ser lentos en salir y causan mucho babeo, dolor e incomodidad. De la misma manera que un(a) bebé o una persona adulta pierde el interés en comer cuando no se siente bien, los(as) niños(as) pequeños(as) responden de manera similar cuando están enfermos(as) o se sienten incómodos(as).
Es común que los(as) niños(as) pequeños(as) que están pasando por el proceso de dentición rechacen alimentos nuevos, alimentos familiares y/o alimentos preferidos. Ofrécele consuelo, un poco de flexibilidad y empatía, al mismo tiempo que tratas de mantener una rutina normal a la hora de comer, incluso si el/la niño no quiere nada de la comida que se le ofrece. Si el/la bebé todavía está amamantando o bebiendo biberones, no es raro ver un aumento en las tomas de leche mientras come o rechaza los alimentos de la mesa. Vuelvan a la rutina normal a la hora de comer después de que pasen el intenso dolor y la incomodidad que causa la dentición.
Los(as) niños(as) pequeños(as) experimentan un fuerte impulso de desarrollo que involucra querer poner a prueba los límites y querer tener el control, dos factores que contribuyen a la alimentación selectiva. Prepárate para expresiones de emociones grandes, llanto y berrinches/rabietas, y espera que tu hijo(a) ponga a prueba tus límites.
Poner a prueba los límites es normal y natural, pero no debes permitir comportamientos peligrosos o no razonables; a pesar de que constantemente los reten, los(as) niños(as) pequeños(as) necesitan límites para sentirse seguros(as). Deja que estos momentos sean una oportunidad para asegurarle que puedes manejar sus emociones grandes y que está seguro(a) contigo. Tener emociones grandes y empujar los límites no equivalen a un "niño travieso". Estas son etapas apropiadas de desarrollo cerebral que son parte de su crecimiento y son normales y esperadas.
Si tienes problemas con el comportamiento en la mesa, lee nuestra guía acerca de Cómo detener los comportamientos no deseados a la hora de comer. Nuestro curso virtual, Niños pequeños en la mesa, también es una herramienta útil para manejar el rechazo a los alimentos e involucrar a tu hijo(a) en la exploración de nuevos alimentos.
Imagina que tienes una gran idea, pero no tienes palabras para describirla, o tienes sed pero no sabes cómo pedir agua: esto es el día a día de un(a) niño(a) pequeño(a) y es increíblemente frustrante para él/ella. Debido a su falta de habilidades de lenguaje, un(a) niño(a) pequeño(a) a menudo se comunica a través de gruñidos, señalando, golpeando, gritando, tirando, meciendo, llorando o haciendo berrinches. Es frustrante tener ideas, sentimientos y necesidades grandes pero un lenguaje limitado para expresarlos. Además, tu niño(a) pequeño(a) tiene una capacidad limitada para comprender todas las palabras que se le dicen. Incluso para los(as) niños(as) pequeños(as) con habilidades de lenguaje receptivo y expresivo muy desarrolladas, es común que haya malentendidos y frustración, especialmente cuando tienen hambre.
Mantén un horario de alimentación constante, de modo que las horas de las comidas sean predecibles para evitar que el/la niño(a) tenga demasiada hambre y esté irritable. Recuerda responder con empatía cuando el/la niño(a) tenga grandes emociones o se sienta frustrado(a) por sus habilidades lingüísticas limitadas.
El cerebro de tu niño(a) pequeño(a) aún no está completamente desarrollado y todavía está aprendiendo a controlarse a sí mismo(a) y a su cuerpo. Un(a) niño(a) pequeño(a) puede explotar por algo pequeño, cambiar repentinamente de opinión o reaccionar muy fuerte ante la decepción o no salirse con la suya.
Los circuitos cerebrales de un(a) niño(a) pequeño(a) simplemente no están refinados todavía, y tienden a depender de su cerebro reactivo que los envía inmediatamente a un modo de pelear, huir o congelarse. Un(a) niño(a) pequeño(a) no tiene la experiencia de vida, la regulación o las habilidades de resolución de problemas para saber cómo pensar con anticipación y actuar durante situaciones desafiantes o cuando tiene emociones fuertes.
Como adulto(a), entiendes las expectativas y las señales del ambiente. Tienes una mayor capacidad para manejar el estrés, las frustraciones y las decepciones. También puedes identificar los momentos en que tu capacidad para enfrentar los desafíos es limitada, como los momentos en los que no te sientes bien, o te sientes cansado(a), estresado(a), agotado(a) o distraído(a). Tu corteza prefrontal completamente desarrollada ayuda con esto. Tu niño(a) pequeño(a), por otro lado, no tiene este lujo. Cuando sucede algo, o tienen la sensación de que no pueden explicarse o no entienden lo que se les dice, reaccionan con acciones que pueden descarrilar rápidamente una comida.
En momentos cuando un(a) niño(a) pequeño(a) está desregulado(a), puede ser útil replantear el momento de una situación de “no quiere” a una situación de “no puede”. Acuñado por los Drs. Tina Bryson y Dan Siegel, esta estrategia te permite reevaluar el momento y decir: "Mi hijo(a) no puede quedarse quieto(a) en este momento", en lugar de "Mi hijo(a) no quiere quedarse quieto(a) en este momento".
Si tienes problemas con comportamientos no deseados en la mesa, lee nuestra guía acerca de Cómo detener los comportamientos no deseados a la hora de comer. Nuestro curso virtual, Niños pequeños en la mesa, también es una herramienta útil para manejar el rechazo a los alimentos e involucrar a tu hijo(a) en la exploración de nuevos alimentos.
Los(as) niños(as) pequeños(as) están programados(as) para explorar, pero escuchan “¡NO!” docenas o cientos de veces al día. Escuchar “no” constantemente puede conducir a una baja tolerancia a la frustración y a respuestas emocionales ilícitas muy intensas, incluidas las rabietas.
Recuerda, en estos momentos, el/la niño(a) no está tratando de meterse en problemas o sacarte de quicio. Está haciendo exactamente lo que su cerebro no desarrollado sabe hacer. Practica tener mucha paciencia y espera que necesite mucho apoyo y direcciones durante esta etapa. Siempre que sea posible, intenta terminar el “no” con un “sí”, por ejemplo, “No puedes comer helado hoy, pero podemos tratar de ponerlo en el menú mañana”, lo que probablemente ayude a mantener la calma. También asegúrate de dar momentos de "sí" durante el día.
Si bien algunas situaciones requerirán inequívocamente un gran "¡NO!", otras situaciones se pueden evitar con un poco de previsión y preparación. Por ejemplo, ofrece dos opciones distintas de vegetales a la hora de la comida en lugar de solo servir un vegetal. Busca formas de dejar que el/la niño(a) elija, lo que lo/la ayudará a sentirse empoderado(a) y en control en un mundo de “No”.
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