Existen muchos niveles diferentes de alimentación quisquillosa. Algunos casos son molestos, pero relativamente inofensivos y se resuelven con el tiempo. Otros son graves y persistentes, y pueden tener repercusiones negativas para la salud y el bienestar. Este artículo:
Te ayudará a identificar qué señales debes buscar para ver si tu hijo(a) necesita apoyo profesional adicional.
Te proporcionará ideas acerca de qué tipo de apoyo profesional podría ser necesario y cómo encontrarlo.
Te ayudará a identificar cuáles son las preguntas que debes hacer.
Te ayudará a identificar qué hacer si la ayuda que buscaste no parece ayudar.
Cabe señalar que nuestro equipo profesional tiene un umbral bajo cuando se trata de abogar por la búsqueda de servicios adicionales de ayuda y terapia de alimentación. Si las comidas son estresantes para tu hijo(a) y/o tu familia, aun si tu hijo(a) está aumentando de peso bien y no tiene ningún problema nutricional, platícalo con tu proveedor médico pediátrico. Ellos pueden ayudarte a resolver cualquier problema y ayudarte a decidir si la terapia de alimentación o cualquier otra reseña podría ser útil en tu caso.
La alimentación quisquillosa significa algo diferente para cada persona, y no existe una sola definición que sea aceptada globalmente. Para algunas personas, el ser “quisquilloso” significa que el/la niño(a) no come una amplia variedad de alimentos, o que el/la niño se niega a probar alimentos nuevos y/o familiares. Y para otros, significa que el/la niño se niega a comer lo que se le sirve y sólo come lo que el/ella pide.
La alimentación quisquillosa no se define por la curva de crecimiento del/a niño(a): Algunos niños que muestran señales de alimentación quisquillosa batallan con subir de peso, mientras que otros aumentan de peso adecuadamente. Y para muchos niños pequeños, el rechazar alimentos, decir que no y hacer berrinches en la mesa son, desafortunadamente, comportamientos normales desde un punto de vista del desarrollo.
Alrededor de los 12-18 meses de edad, la mayoría de los niños pasan de una etapa en la que aceptan alimentos nuevos sin problema a una nueva fase que los expertos llaman la fase de la “neofobia alimentaria” o miedo a los alimentos nuevos. Durante esta fase, los niños pequeños se vuelven un poco más sospechosos de la comida, y se rehusan a probar cosas nuevas y desconocidas, aun cuando los p/madres se las demuestran o les dicen que son seguras.
Los antropólogos creen que la neofobia alimentaria se incorporó a nuestro ADN a través de la evolución. Ellos sugieren que la neofobia probablemente fue una respuesta protectora, ya que una dosis saludable de “miedo” a los alimentos desconocidos hacía que un niño fuera menos propenso a meterse un artículo venenoso en la boca cuando se alejaba de su cuidador. A pesar de que es menos probable que los niños de hoy se alejen de sus cuidadores para ir a explorar la naturaleza, la neofobia a los alimentos sigue siendo una reacción fuerte que se observa en la mayoría de los niños pequeños.
Durante esta fase, también es común que los niños quieran retar los límites, ya que es así es como aprenden las reglas y descubren cómo comunicarse con sus cuidadores. Estos comportamientos desafiantes se pueden encontrar también en la mesa, principalmente porque los niños tienen cierto control sobre cuanto comen y aprenden rápidamente que sus elecciones en torno a las comidas pueden causar una reacción intensa de parte de un(a) p/madre cansado(a) y/o preocupado(a). Este comportamiento, conocido como la selectividad típica de la niñez o selectividad alimentaria, no es una verdadera alimentación quisquillosa. El uso consistente de reglas y límites firmes, pero con empatía, puede ayudar a mover a los niños a través de la fase selectiva con éxito, sin necesidad de que esta se convierta en una verdadera alimentación quisquillosa.
Pero para una minoría de niños que demuestran dificultades para comer en la mayoría de las comidas, tienen una dieta muy estrecha, tienen dificultades para subir de peso y/o están experimentando una disminución en su calidad de vida/vida familiar, el buscar ayuda profesional adicional puede ser muy útil.
Usualmente está infeliz a la hora de comer: pelea, grita, llora, o simplemente está estresado(a) o ansioso(a) en la mayoría de las comidas.
Se nieva a comer lo que se le sirve y/o exige sólo sus alimentos preferidos.
No prueba ni explora alimentos nuevos.
No come una categoría entera de alimentos (es decir, todas las verduras, o todas las proteínas) o incluso categorías enteras de texturas o colores.
Sólo come una pequeña cantidad de alientos.
Insiste en comer ciertas cosas de una manera muy específica (es decir, sólo marcas específicas, sólo si la comida se sirve de cierta manera, sólo si viene de cierta caja, o sólo si la comida no se toca).
Muestra dificultad para subir de peso o aumenta de peso rápidamente.
Tiene arcadas ocasionalmente durante las comidas
Si se presentan las señales que mencionamos arriba, generalmente no hay necesidad de buscar ayuda profesional de inmediato. Muchos de estos desafíos se pueden abordar con el apoyo adicional de los padres y cuidadores(as) en el hogar. (Consulta nuestro Paquete de alimentación quisquillosa para más información). Deberías ver un avance significativo después de unas pocas semanas o meses; sin embargo, sí deberías de ver *señales* de mejora en un mes.
*Si no observas ningún avance o notas que el comportamiento empeora después de implementar las estrategias, considera comunicarte con el proveedor de atención médica primaria de tu hijo(a). Después de revisar el historial clínico y hacerle un examen físico detallado, es posible que se justifique la necesidad de buscar ayuda individualizada por parte de un(a) especialista en alimentación y/o que sea remitido a otros especialistas.
Rechazo total a comer o beber algo.
Deshidratación: no produce lágrimas ni saliva; orina concentrada (amarillo oscuro) e infrecuente.
Estreñimiento: menos de dos deposiciones por semana; las heces son duras y dolorosas; sangre en o alrededor de las heces; dolor abdominal fuerte.
Pérdida de peso significativa.
Arcadas y/o náuseas frecuentes en las comidas con alimentos sólidos o líquidos.
Extremadamente baja energía o demasiado sueño.
El/la niño(a) se siente extremadamente abrumado(a) o la situación está afectando su calidad de vida de manera significativa.
Si tu hijo(a) demuestra cualquiera de las señales anteriores, busca atención médica de inmediato. Esto puede ser una visita de atención urgente con el proveedor de atención primaria de tu hijo(a), otro proveedor o una visita al departamento de emergencias.
Como se mencionó anteriormente, la alimentación selectiva típica de los niños pequeños es una fase común por la que pasan muchos niños pequeños, y la cual comienza alrededor de los 12-18 meses. Durante esta fase, los niños tienden a querer retar los límites y se vuelven más resistentes y menos aventureros en la mesa. Muchos niños muestran uno o más de los siguientes comportamientos normales a la hora de comer:
Tiran la comida
Tienen dificultades para sentarse en la silla alta/trona o poder permanecer sentados.
Hacen berrinches cuando no se les ofrecen sus alimentos favoritos.
Rechazan las verduras y/o las proteínas inconsistentemente (es decir, a veces sí las comen, y a veces no).
Escupen la comida.
Comen poco y luego dicen, “ya terminé” o se levantan de la mesa.
Muestran preferencias por ciertos alimentos o grupos de alimentos.
Comen bien en algunas comidas y mal en otras.
Comen bien en la guardería/con los cuidadores y mal en casa, o viceversa.
Comen algunos alimentos, pero no todo.
Todos los comportamientos listados anteriormente, aunque frustrantes, suelen ser bastante reactivos a los limites amorosos. A menudo, estos comportamientos pararán después de un tiempo si los p/madres implementan límites amorosos consistentemente.
La alimentación quisquillosa lleva a la selectividad típica de la niñez temprana a un nuevo nivel. La verdadera alimentación quisquillosa a menudo está relacionada con otros problemas subyacentes como la ansiedad o el miedo a los alimentos y/o las comidas, el procesamiento sensorial, y/o el retraso en el desarrollo. Las investigaciones informan que aproximadamente el 20-50% de los niños con desarrollo típico y el 70-89% de los niños con necesidades especiales demuestran algún grado de problemas de alimentación y/o deglución. Estos problemas de alimentación usualmente son variados y pueden incluir desafíos orales-motores, sensoriales, de deglución o de comportamiento a la hora de comer. La alimentación quisquillosa es uno de los desafíos alimentarios comunes en los niños con desarrollo típico, así como en los niños con necesidades especiales, y puede variar de leve a grave.
A partir de 2020, el trastorno pediátrico de la alimentación (PFD, por sus siglas en inglés) se ha convertido en diagnóstico médico documentado. Se define como “una ingesta oral deteriorada que no es apropiada para la edad y está asociada con una disfunción médica, nutricional, de alimentación y/o psicosocial”. Este trastorno puede ser agudo o crónico, dependiendo de cuánto tiempo lleve existiendo el problema: Si es más de dos semanas, pero menos de tres meses, es agudo; si es más de tres meses, se considera crónico.
El trastorno pediátrico de la alimentación va un paso más allá de los niveles típicos y apropiados de alimentación selectiva según el nivel de desarrollo del/a niño(a). Algunos ejemplos incluyen:
Déficits de procesamiento sensorial que limitan la exploración y la ingesta de alimentos.
Desafíos orales y motores que limitan la capacidad de un(a) niño(a) para masticar alimentos de manera segura.
Infecciones persistentes de las vías respiratorias superiores o fiebres frecuentes e inexplicables combinadas con tos/asfixia con líquidos y/o alimentos.
Dificultad para subir de peso a pesar de la ingesta adecuada.
Reflujo o problemas médicos que limitan el hambre o el interés en comer.
Con este diagnóstico, es mucho más fácil (para los niños en los Estados Unidos) recibir apoyo de un(a) terapeuta de alimentación calificado(a), o de un médico especializado en alimentación pediátrica. Si sospechas que la alimentación quisquillosa de tu hijo(a) podría ser lo suficientemente grave como para justificar un diagnóstico, habla con el proveedor médico de tu hijo(a) para que le hagan una evaluación adicional.
Otro trastorno severo de la alimentación pediátrica el trastorno de ingesta alimentaria evitativa o restrictiva (ARFID, por sus siglas en inglés). Este trastorno es una condición grave similar a la anorexia e implica limitaciones severas en la cantidad y/o tipo de alimentos consumidos, pero no presenta los mismos problemas en torno a la imagen corporal y la apariencia que son comunes con otros trastornos alimentarios como la anorexia. El trastorno de ingesta alimentaria evitativa o restrictiva se puede diagnosticar a cualquier edad.
A diferencia de la alimentación quisquillosa, los niños con trastorno pediátrico de la alimentación o desorden de ingesta alimentaria evitativa o restrictivano comen suficientes calorías para crecer o desarrollarse adecuadamente, lo cual limita el crecimiento en altura, afecta la concentración y el aprendizaje, y afecta los niveles de energía y la capacidad de participar en las actividades cotidianas. La diferencia principal entre el trastorno pediátrico de la alimentación o el desorden de ingesta alimentaria evitativa o restrictivaes si existe una causa médica o de desarrollo subyacente que cause el rechazo de alimentos. Si hay una afección médica, como la esofagitis eosinofílica, o un retraso en el desarrollo, como problemas motores orales, el diagnóstico probablemente es trastorno pediátrico de la alimentación; si no hay un problema médico o de desarrollo y es probable que la causa sea ansiedad o que esté relacionada con problemas psicosociales, el diagnóstico probablemente es desorden de ingesta alimentaria evitativa o restrictiva. Cualquiera de los dos diagnósticos requiere una evaluación a fondo y un enfoque de equipo para tratar estas condiciones.
Sí existe un tratamiento efectivo disponible para el desorden de ingesta alimentaria evitativa o restrictiva, el cual incluye intervenciones médicas, terapia de conversación (terapia cognitivo-conductual) y terapia de alimentación/disfagia, si es necesario. Muchos de estos programas son para pacientes hospitalizados, son bastante intensivos, y requieren semanas de seguimiento ambulatorio después que se les da de alta.
Si te preocupa que tu hijo(a) esté experimentando síntomas de un desorden de ingesta alimentaria evitativa o restrictiva, habla con el proveedor médico de tu hijo(a) de inmediato.
Para casos no urgentes, la mayoría de los cuidadores pueden discutir sus inquietudes con el/la proveedor(a) de atención primaria del/a niño(a) en cualquier visita, pueden enviar un mensaje seguro al equipo de atención médica, o se pueden comunicar con una enfermera asesora. En la mayoría de los casos, se programa una visita a la clínica, donde el equipo de atención médica recopila un historial completo, revisa los signos vitales y las tendencias de crecimiento, y realiza un examen físico. Puede que el/la proveedor(a) de atención médica también requiera un análisis de laboratorio, chequeos de peso y/o que refiera el caso a otros especialistas para poder diagnosticar y abordar cualquier problema subyacente que esté contribuyendo a la alimentación quisquillosa. Recuerda: la alimentación quisquillosa es un espectro y varía en su gravedad, desde leve, que se resuelve con el tiempo, a severa y debilitante.
¿Necesitas ayuda encontrando un profesional cerca de ti? Nuestro Directorio de profesionales de salud es un listado de profesionales que están familiarizados con nuestro enfoque basado en la investigación sobre la alimentación.
Un(a) pediatra
Un(a) terapeuta pediátrico de alimentación (terapeuta ocupacional o patólogo del habla y el lenguaje)
Un(a) gastroenterólogo(a) pediátrico(a)
Un(a) otorrinolaringólogo(a)
Un(a) psicólogo(a) infantil
Un(a) psiquiatra infantil
Un(a) nutricionista o dietista pediátrico(a)
Un(a) terapeuta conductual pediátrico(a)
La terapia de alimentación puede ser ofrecida por sí sola o en conjunto con otros tratamientos. La terapia de alimentación es bastante variada y puede incluir:
Clínicas de alimentación/programas de alimentación para pacientes hospitalizados.
Terapia de alimentación como parte de un programa ambulatorio.
Terapia de alimentación como parte de una clínica sensorial u oficina terapia ocupacional o patólogo(a) del habla y lenguaje.
Terapia de alimentación en el hogar o por zoom
Los terapeutas de alimentación pueden estar capacitados para usar diferentes herramientas, pueden tener diferentes certificaciones, y pueden seguir diferentes teorías y enfoques. Abajo, enumeramos los diferentes enfoques que existen, pero la lista no es exhaustiva. Si un(a) terapeuta sugiere algún enfoque o herramienta diferente, pídele que te hable más al respecto.
Alimentación receptiva
Alimentación basada en las relaciones
Servicios de integración sensorial o servicios basados en estrategias sensoriales
Terapia motora oral
Enfoque SOS (Sequential Oral Sensory)
Desensibilización graduada
Análisis de comportamiento aplicado (ABA, por sus siglas en inglés)
Enfoque de obtención de permisos
Encadenamiento de alimentos
Estiramientos/ejercicios de Beckman
Terapia miofuncional orofacial
Adaptación ambiental
Disfagia/trabajo centrado en la deglución
Enfoque cognitivo conductual
El alimentarse, comer y tragar son actividades altamente complejas e involucran múltiples sistemas del cuerpo, muchos grupos musculares y muchas partes del cerebro, así como habilidades socioemocionales. Los diferentes desafíos de alimentación de cada niño(a) se pueden tratar con varios enfoques, pero idealmente, tiene que haber un clic entre el/la niño(a) y el/la terapeuta/enfoque. Algunos ejemplos:
Si el/la niño(a) está lidiando con desafíos de alimentación sensoriales, es decir, muestra sensibilidad a las texturas de tacto/sensaciones, trabaja con un(a) terapeuta capacitado(a) en técnicas integradoras sensoriales.
Si el/la niño(a) tiene disfagia subyacente (muestra dificultad para tragar), considera trabajar con un(a) terapeuta con experiencia en la deglución.
No se espera que, como p/madre o cuidador(a), sepas exactamente qué tipo de enfoque de terapia se adapta mejor a las necesidades de tu hijo(a), pero esperamos que puedas usar esta información para analizar las necesidades únicas de alimentación de tu hijo(a) con los terapeutas para determinar si es una buena opción.
Si puedes, trata de buscar un(a) terapeuta que entienda y esté capacitado(a) en varios enfoques. La alimentación, la deglución y el comer son actividades altamente complejas e involucran múltiples sistemas, grupos musculares y elementos relacionales. Recuerda, siempre puedes cambiar de terapeuta o de enfoque si las cosas no parecen funcionar. Haz preguntas, participa en las sesiones y pídele al/a terapeuta que te explique las cosas cuando no hacen sentido.
1. Escribe tus inquietudes relacionadas a la alimentación de tu hijo(a). Trata de ser lo más específico(a) que puedas acerca de lo que te preocupa. Algunas posibilidades incluyen:
Su peso y crecimiento
Que hace demasiadas rabietas en la mesa o alrededor de ciertos alimentos
Que tiene alimentación quisquillosa (explica bien a lo que te refieres con esto)
Que tira la comida
Que se niega a comer
Que prefiere uno o dos tipos de alimentos
Que odia ciertos grupos de alimentos, texturas, sabores o colores de alimentos
Que come demasiado
Que no come lo suficiente
Que hay batallas/discusiones en cada comida
2. Escribe todo lo que has hecho para tratar de remediar el problema. Trata de ser lo más específico(a) posible.
3a. Si el/la proveedor(a) de atención médica de tu hijo(a) no se ve preocupado(a) y/o no te ofrece una reseña a un(a) terapeuta de alimentación, ¡pídele una! Estás en todo tu derecho de decirle qué es lo que quieres y que necesitas más ayuda con este tema. Deja claro que deseas una reseña para poder obtener una evaluación de terapia de alimentación por parte de un(a) terapeuta ocupacional pediátrico(a) con licencia o un(a) terapeuta del habla.
3b. Si el/la proveedor(a) de atención médica de tu hijo(a) cree que sí se justifica una reseña con un(a) terapeuta de la alimentación, pídele recomendaciones de terapeutas o a dónde ir. A menudo, el/la proveedor(a) de atención médica tendrá acceso a recursos locales, lo cual puede ser un excelente punto de partida.
3c. Si el/la proveedor(a) de atención médica de tu hijo(a) considera que sí se necesita terapia de alimentación, pero no tiene recomendaciones, o si ya comenzaste con los recursos que te recomendaron, pero quieres una segunda opinión, investiga para buscar opciones adicionales:
Comienza con una búsqueda en Google para encontrar tu hospital infantil local, centro regional o servicios de intervención temprana, así como cualquier terapeuta ocupacional pediátrico(a) privado(a) o clínica de patología del habla y lenguaje en tu área.
Ponte en contacto con cada uno de estos y dales una breve descripción de lo que necesitas: una evaluación de terapia de alimentación y posiblemente una intervención para tu bebé o niño(a) pequeño(a) para así poder ayudar con el problema [cual sea el que sea].
Trae la lista de inquietudes sobre la alimentación de tu hijo de la cual hablamos arriba.
Lleva una lista de todo lo que has hecho hasta ahora para tratar de resolver el problema.
Lleva copias de la curva de crecimiento de tu hijo(a) (altura y peso). Recomendamos esto, no porque el crecimiento sea un gran indicador de si un(a) niño(a) necesita terapia de alimentación, sino porque puede ser útil tanto para ti o como para el/la especialista en alimentación el saber qué tan grave es el problema y en qué enfocarse primero.
Prepárate para entrevistar a cada clínica o terapeuta. No tengas miedo de hacer preguntas. Es importante que encuentres el servicio adecuado para ti y para tu hijo(a). Es importante encontrar alguien que:
Tiene experiencia en la alimentación pediátrica.
Tiene suficiente capacitación en temas de alimentación o trabaja en con un mentor que la tenga.
Utiliza una variedad de enfoques en su terapia de alimentación, no sólo un enfoque
La alimentación selectiva es común en la niñez.
La verdadera alimentación quisquillosa varía en niveles, de leve a severo. Es posible que sólo requiera algunos cambios en el hogar o puede requerir terapia intensiva y atención especializada.
Es importante reconocer las señales de alerta cuando se trata de la alimentación quisquillosa y saber cuándo buscar ayuda profesional.
Si vas a buscar ayuda, ve a la clínica preparado(a). Trae tu lista de inquietudes, una lista de las cosas que ya has intentado para ayudar y cualquier pregunta que tengas.
Nunca dudes de ti mismo(a). Tu eres el/la mejor defensor(a) de tu hijo(a).
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